sábado, 22 de mayo de 2010

paquitos

Los perros ladran cuando huelen sexo. Intuyen desde el balcón, al vecino cachondo arrimando el bochin entre sábanas y frazadas enrededando los cuerpos en la previa en la trama y en el descenlace. Se vuelven locos. Es el instinto; esa percepción que no necesita de palabras para conocer lo que está sucediendo. Así como perciben el miedo, y la mala leche, para nosotros, la cofradía de los paranoicos unidos. Los niños también perciben el sexo y esas cosas que los adultos tratamos de esconder detrás de la máscara, pero desde los hilos telepáticos que les hablan, desde las antenas que captan lo que no se dice, se sugiere. y al rato los dibujos se incendian con crayón rojo y los juegos toman un tinte exploratorio en donde la palabra patalín dicha rápidamente es un daki azul en posición paralela a la mesa agarrado de un daki rojo que crece para arriba. Sacale o ponele una letra, cambiale la vocal o la consonante, decí la frase de palabras ordenadas en partes distintas, reordená la cadena, leele la intención al inconsciente. eslogan de abretumenteya, que me apura el apocalipsis. Hay urgencia. Está el pibe villero con la cabeza quemada, frita, con un agujero en el cerebro, que no puede dibujar la letra A, porque la mierda de la mierda de sustancia que consume está generando la nueva generación de zombies. Otra vez. la cofradía de los paranoicos unidos, sabrán entender de qué estoy hablando. Y no es joda. Y el pibe chorro no puede cerrar la cabeza porque se le escapa el seso. pero tiene que cerrar el agujero que le dejó el pako y todos son circulitos sin sentido, soretitos dispersados en el cuaderno rayado. No hay posibilidad de que la mano obedezca la dirección de la mente y la voluntad obedezca al cuerpo, a la mano, a la prensión básica de una diagonal. Algo le borro de a poco o de pronto el espíritu de un nariguetazo - en el mejor de los casos para los afortunados como fort que la pueden conseguir a buen precio, pero eso no borra cerebros, eso es para la élite de las partuzas y los sintéticos- creo debe haber sido el cigarrillo que huele a plástico derretido.

viernes, 21 de mayo de 2010

vos no volverás jamás

había una vez una pendeja con dolor de muelas. además de las muelas, le dolía la piel. además de la piel, le dolía el alma. se la había roto una vez que se cayó -mal, muy mal- de la silla pupitre de la habitación fabricada para enanos. pero en vez de sentir compasión por este accidente, prosigamos con la historia de esta pendeja malparida. cuestión que de grande le dio por el abuso de todo tipo y de todo tipo de sustancias prohibidas y compartidas por los ghettos del barrio viejo y sucio en el cual se crió. a la mina le pintó el equilibrista. también le pintó el pintor. el albañil, el carnicero, el que traía las respuestas por correo. cualquiera que estaba dando vueltas por ahí, era cuestión de compasión. sé que el género masculino no entiende que detrás de una puta se esconde el espíritu de un alma compasiva que da su amor hasta a los perros callejeros y a los pájaros con el ala herida. pero sépanlo hombres, detrás de una puta hay una virgen comprensiva, especialmente haciendo hincapié en la palabra pasiva, que quiere criar al proximo mesias en su vientre. asi de grande le quedó el ollo ud. qué dije algo chocante y choto. cuando se cruza la línea se cruza para siempre. después de todo este trabajar y trabajar la cuestión de abandono y de la descorrespondencia, no quiso más caber en el lugar de la víctima. pero así son los medios y los altos. terminan culpando a las víctimas cuando son los victimarios del asunto.

viernes, 7 de mayo de 2010

traspiración

Lo pringoso fue lo primero. Lo primero fue la sed. Un encuentro insospechado, insoportable, tal como se dan esas cosas que misteriosamente aparecen sin bastarnos enfrentar su pedido coherente. Era un momento que podría haber coincidido en relación a los aprendizajes y el coraje que adquirimos o no en la vida. Lamentablemente, a veces nos convertimos en conservadores habiendo sido proclamados liberales. Pero acá no vale la pregunta por la potencialidad que se hizo o no se hizo roble, estanque, estatus o pérdida errática. Nadie más lo debe saber. A nadie más le debe importar. Qué tiene para darme. La pregunta de la esfinge fue inescrupulosamente directa. Mejor así. Las cosas claritas. La vida vida. La de las calles empedradas. La de los bolsones largos y pesados. La de las medias de lana. La del calzado rústico. La del pelo hasta el lunar que llega hasta la espina dorsal casi desnudamente encubierta. La misma del anillo del dedo de júpiter intercambiable con saturno, según sea el metal de cobre rosado, como verde venus su estela. El anillo de la suerte de losquilmes: aquellos que lucharon por su tierra hasta el final y con su vida y su sangre impregnaron la historia. Ese día fue libertad y fue plena. Fue soledad y fue furia. Fue jamás arrepentirse cuando el cuerpo vibra a los santos. Fue que la pérdida era ganancia. Y no importaba. Ya nada ni nadie importaba. Sólo ese instante pleno, caliente, agitado, furioso, trascendente para el ser con memoria de las posesiones del espíritu. Aquellos instantes quedan impregnados en la simiente a transmitir a la próxima progenie. Instauran el color progresivo esfumado en el áurea de las maderas madres de los árboles. Podría convertirse en el plan que celosamente guarda de sus enemigos. Pero bastaría solo con amputarle la paranoia que destiñe los mejores instantes descubriendo la oscuridad primitiva. Un tiempo ahora suceden los horarios entrecortados que hacen esperar el convertirse en transición y en proceso en mientras tanto. Apuran las líneas. Se apura demasiado la gente, piensa, mientras recorre las largas filas de transhumantes obreros trabajadores dealers músicos oficinistas madres solteras padres adoptivos. De acá al barrio. Del barrio al otro barrio. Del colectivo al analista. Del tren a la villa. De la villa a las aulas. De la cama al living.