viernes, 27 de abril de 2007

Asesinemos al Ego


Me sucede algo interesante ahora que lo que escribo y lo que publico, lo hago para un lector que imagino que no es tan condescendientemente subjetivo como cada uno lo es consigo mismo para defenderse de lo que no es uno mismo... Además de que me aceche el censurador y además de que se me inflame el narcicismo, puedo poner en relatividad lo que creo y puedo exigirme un poco menos de mediocridad (un poco menos) Me río. Leo las entradas, imagino diferentes reacciones y las voces que están dentro mío actúan de moderador y se pelean y se reconcilian al mismo tiempo. Qué puedo decir de lo que está en proceso de creación contínua? Que cada símbolo elegido en un orden caprichoso coagula diferentes sentidos. Depende de dónde se elija comenzar a leer y de donde se elija ponerle fin. Todo este conjunto puede ser modificado, alterado, pero no puede ser otra cosa distinta de la que es, de la que ya se ha elegido poner a la luz de este espacio. Elijo por el momento no modificar nada de lo que ya fue hecho. Pero también elijo poder modificarla en el presente transcurrir. Elijo rectificarme si lo considero necesario. No es acaso lo que nos queda como alternativa esperanzadora cuando reflexionamos a medida que vivimos? No es acaso esa nuestra posibilidad humana del libre albedrío? Bueno humanos, sabemos que el libre albedrío es una cuestión tan humana como lo son nuestras tan humanas necesidades humanas, como lo es nuestra tan humana memoria humana. Nuestro tan humano albedrío se define por nuestras limitaciones tan humanas como necesarias. Sin duda, hay cuestiones que no se eligen, y que nos condicionan. Más allá de ellas, existen las posibilidades que nosotros tenemos de hacer un más allá y un más acá de esas limitaciones. Y eso se llama tomar decisiones. Alguna objeción? Si. Una voz cínica, gris como las cenizas del cigarrillo y poco comprometida, de tendencias irresponsables y sociopáticas, dice: y si todo esto del libre albedrío humano y si todo esto de suponer que tomamos decisiones es una FALSA ILUSIÓN, una GRAN FARSA, una mentira en la que nos gusta creer? A esta voz a la que llamaré pseudoexistencialista y cobarde le respondo que elijo creer, elijo la FE. Y no hablo de la fé entendida en términos de mentiras judeocristianas occidentales. Hablo de una experiencia emocional e íntima que yace en lo profundo de cada uno de nosotros. Porqué qué sería de nuestras vidas si no tuvieramos fé en algo, humanos? Pueden imaginarse la catástrofe mundial, el suicidio colectivo de corazones desangrándose tan humanamente como fuera posible si descubriéramos que todo es una gran mentira, una gran farsa? Definitivamente es una idea peligrosa para mi. Pero más allá de las ideas existe algo que no podemos negar que nos corresponde y nos define humanos. Y en mi humilde experiencia, cuando se atraviesan momentos de cinismo brutal, el único recurso que nos queda es aferrarnos a la vida. y como amo profundamente la vida, defiendo a la fé. Y defiendo la posibilidad que tenemos de ejercer nuestro libre albedrío. Y finalmente, agrego que no se expresa mejor esta idea que en la acción de tomar decisiones. Y no solamente de tomarlas sino fundamentalmente de hacernos cargo de nuestras decisiones. De responder por nuestras decisiones. No se trata de la seriedad del fachismo del deber ser. Se trata de la vitalidad de la creatividad humana. Aún cuando las cosas no salen como lo habíamos esperado y nos sentimos frustrados, aún cuando perdemos lo que más valorábamos en nuestra vida y sabemos que no podemos recuperarlo porque es irreversible y eso nos genera impotencia y bronca, aún cuando no nos podemos levantar de la cama porque no tenemos razones para seguir adelante, aún cuando nos resulta insoportable e insostenible seguir jugando el juego de siempre con las máscaras puestas, seguimos siendo. Y si miramos un poco para nuestros adentros, y nos quitamos la escafandra del sopor de la resignación de la existencia, encontraremos cada uno de nosotros la confianza para seguir adelante y la posibilidad de que ya que no podemos cambiar lo que fue, ya que no podemos encontrar lo que perdimos, ya que no podemos revivir lo que murió, ya que no podemos seguir fingiendo con la careta puesta lo que no queremos fingir más, ya que ya no más, tenemos la esperanza de que lo que ya es. Y de lo que puede ser de ahora en adelante. Y tenemos más aún: la capacidad de aprender de la experiencia. Posibilidades de aprender hay siempre, pero no se puede aprender si no se quiere. Aprender no nos exceptúa de cometer errores. En general se aprende cuando los errores se repiten y eso nos llama de algún modo la atención. Entonces se prende la luz roja del warning y nos preguntamos si acaso no deberíamos modificar, cambiar en la medida de nuestras posibilidades, alguna pieza de nuestro circuito de comportamiento. Cuando escuchamos esta llamada, pues ya no nos podemos hacer los idiotas. Y entonces emprenderemos una vez más el trabajo al que estamos destinados desde que nacimos, conocernos a nosotros mismos, como humanos que somos, para que nuestro libre aldedrío sea ejercido tan plenamente como fuera posible en decisiones cada vez más concientes, como la piedra que se sabe potencialmente luminosa.

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