miércoles, 21 de mayo de 2008
de donde vengo
(Nota: esta foto me gusta particularmente porque tiene unos cuantos años y porque fue una creación conjunta con Ezekiel. Y para él siempre habrá una puerta abierta en mi corazón)
Hace un tiempo ya que tengo ganas de hacer una reseña histórica-genealógica de mis raíces...es casi un vicio esta constante interrogación acerca del origen de las cosas y también tiene lugar allí: de pibita investigaba y preguntaba todo y alguna vez di con una fórmula interesante: es importante saber de dónde se viene para saber hacia dónde se va. Porque la vida es muy compleja, y su complejidad también se arraiga en los rizomas, tal como un árbol. La fidelidad de datos roza la fantasía. Sé que estás herencias suponen también una determinación actual, aquella que no se puede elegir y con la cual se puede hacer lo que se puede. Pero supongo que la historia no es en vano, porque es allí en donde comienza lo que se vuelve a repetir generación tras generación, obviamente contando con la variable tiempo, que hace que uno pueda practicar lo suficiente para aprender algo al fin y para mi, eso es memoria que habita en cada uno de nosotros, aquello que nos da identidad y aquello que debemos superar, trascender para ser nosotros mismos. Es su influencia, al fin y al cabo.
De donde vengo es un país al sur del continente americano; un país construido por inmigrantes, por criollos y por nativos. En mis raíces hay inmigrantes, criollos y nativos. Los inmigrantes vienen de Italia, sólo que en ese entonces no era un país. De dos zonas diferentes: aledañas a Torino y a Venecia. Y en España, ya es más difícil rastrear, porque vinieron mucho antes, pero en fotos los ví galleguísimos, al menos una de las ramas. Y otras que se pierden en las tierras de este país generoso, limitando con los pueblos originarios. De allí mi hipótesis, hubo mezcla con nativos. Sé de historias de malones y de raptos y de cautivas. No son sólo leyendas. Por eso le digo también, criollísimos. Y la coincidencia es que en las dos familias hay una estructura similar de mezcla tana y española y criolla y nativa. Hay índigo y caucásico. Y racismo también. Yo salí amarronada de esta mezcla, pero con las pecas del foráneo. El foráneo de mi mezcla no se las puede dar de aristócrata. Porque era un campesino y un obrero, por más azules que fueran sus ojos, por más rosados que fueran sus pómulos, por más blanca y tersa que fuera su piel. Y con mayor suerte, un mercenario, un aventurero y un tiro al aire.
Hasta dónde yo sé entonces algunos se asentaron en las provincias, especialmente en Córdoba y Santa Fé, o en sus límites. Otros en San Luis y otros en las afueras de la Capital Federal, aunque haciendo pie en La Plata. Nómades y hacedores de caminos. Pioneros de la clase trabajadora. Peones de campo, costureras, comerciantes, operarios de fábricas, empleadas domésticas, niñeras. Casi todos ellos politizados y con la posibilidad de que sus hijos accedieran a la universidad. De los politizados hay varias corrientes: socialistas, anarquistas, peronistas, conservadores, radicales. Y algunos de ellos amantes de la música, de la cultura y con sentido estético. Algunos de ellos de gran corazón, los que menos tenían pretensiones de... otros brutalmente mezquinos. Algunos criminales, otros moralistas. Y también algunas tragedias tempranas, que sesgaron la muerte en vida. Esto también de los dos lados en diferentes generaciones. Algunos callejeros; otros, introvertidos atravesados. Algunos alegres fiesteros, otros negativistas reservados. Mujeriegos y jugadores; amargados y ahorrativos. Sin embargo, esto es otra vez coincidente en las dos ramas que confluyen en mi. Ubico entonces lo que puedo sintetizar con la metáfora astrológica: saturninos y jupiterianos, ambos neptunianos con un toque? uraniano.
Otra vez este es el recorte que yo hago desde mi acotada visión de conjunto. Yo elegí las variables con las que medí este relato, si alguien tiene algo que agregar les propongo que lo hagan. A veces soy corta de vista, nomás por distracción.
Entre Larralde y el Barbero de Sevilla. Entre el tinto con soda y el té de jazmín. Entre la huerta del fondo y el jardín de adelante. Entre el asado de lo que sea y la comida de la macrobiótica. Entre el tren de los ferroviarios y el chevy de moda. Entre las alpargatas agujereadas y los zapatos de tacón. La marcha peronista, los libros de Benedetti, el banderín de Boca y los colores de San Lorenzo. La milonguita del club y la peña folklórica.
Yo vine a parar aquí, con una coronita improvisada de alambre de cobre y una mancha intermitente de tercer ojo en la frente. No estaba en los planes, pero me recibieron igual, espero con alegría de sorpresa. La muerte me rozó de cerca y me nombraron Lucía (nacida a la luz del día) en nombre de mi bisabuela materna y de la canción de Serrat (porque eso también lo pregunté y eso fue lo que me quisieron contar, después de todo) y sin embargo fui parida en plena madrugada una semana después de lo previsto... de allí creo yo, la luz y la oscuridad, el sonido y el vacío.
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