viernes, 22 de agosto de 2008
for no one, but for me
"Tengo tiempo para saber si lo que sueño concluye en algo..."(L.A.S.)
No tengo mucho más tiempo que el que siempre tuve y que tuve la linda visión de dejar escurrirse con fantasías megalómanas y lejanas de las posibilidades realidades de cada uno. Lo que soñamos puede apresentarse cercano o lejano en la realidad concretada, dependiendo de cuánta claridad le hallamos puesto a darle forma a esos sueños. Si son visiones vagas, poco definidas, demasiado abstractas, pues el universo captará esta poca precisión y nos acercará algo parecido. Cuanta más definición le demos desde su matriz gestante en nuestras visiones, pues mejor definida será su concreción real y claro, tendremos que contar también al malquerido autoboicot que uno se genera a si mismo, muchas veces porque expresa ese resto de poco cariño que nos tenemos a nosotros mismos. Eso de no ser merecedores de afecto por alguna razón equis que siempre tiene un despeje de la fórmula en cada psiquis, en cada historia humana. "No me lo merezco por x, por h o por b", reza la fórmula de esta maldición. La misma palabra nos da una pista acerca de bien decir o de mal decir. Saben uds. que en el principio fue el verbo, que el verbo crea, que nosotros creamos nuestra realidad con palabras con pensamientos y luego con acciones, las que dirigen estos pensamientos y dichos. A veces, cuando contamos para atrás la trayectoria que nos trajo a este presente podemos presentar las justificaciones, en algunas equivocaciones, lo hemos hecho por amor. Pero no nos equivoquemos, no siempre eso es suficiente para quedarnos tranquilos y justificar el malobrar. Aunque sabemos somos humanos, y los humanos somos imperfectos. Nos equivocamos pues nuestro lenguaje es equívoco, imperfecto. Lo que le hagamos a los otros, nos lo hacemos a nosotros mismos, pues tenemos una responsabilidad humana, vivimos en sociedad. Nuestra responsabilidad de estar bien no es sólo para nuestro bien, sino para el bien del otro. Eso es lo que deja nuestra conciencia tranquila en el repaso de los actos que nos precedieron. Lo que fue un craso error, del cual nos podemos haber arrepentido, y reconciliado en el interior dialéctico, seguirá retornando a nosotros hasta que le demos en la próxima vuelta, una vuelta de tuerca y podamos modificar un poco al menos, tal vez con otros, tal vez a otros les toque nuestra reparación de los errores. Pero la voluntad estará puesta siempre en mejorar, en convertirnos en mejores personas. Ese es mi lema y creo el de muchos otros. Para mi son importantes las buenas acciones. No la hipocresía ni la especulación en las buenas acciones. Las buenas acciones como fin último. Los valores humanos. Más allá de estar o no en las filas humanistas, comunistas, socialistas, psicologistas, creo en las virtudes humanas. También esa creencia me jugó malas pasadas muchas veces, en la ceguera de dar oportunidad tras oportunidad a otros, que siempre demostraron ser almas mezquinas y enfermizas, vampirizadoras del bien del otro. Pero eso no me detiene, no me repliega la creencia ni la fé. Sin fé no podría estar en este mundo, ya me hubiera ido hace rato. La fé no es ceguera, ni es esperanza de que eventualmente algo se resolverá. La fé es una bondad espiritual, una ofrenda. Una entrega en la vida. Una vocación, una llamada interna a manifestarse si es posible a cada momento. Pero sabemos que existe la guerra en este mundo, como existe la guerra en cada uno de nosotros. Una infección del mal, de desaliento, de mentira, de miedos, de mezquindades. Y una fuerza vital que pugna por darle luz a esos fantasmas. La luz los pone en evidencia, los invita a purificarse, los hace desvanecerse, redimirse. La luz es más potente que la oscuridad. La luz es poderosa en la oscuridad.
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