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los títulos son buenos pero histéricos: prometen lo que nunca dan. los fantasmas alegóricos se pelean por entrar palabras a destiempo en este cuerpo médium. habló el lavaje de cerebro de clases sociales, sentido en las venas del sentimiento peronista, que viene con la sangre contraindicada de contradicciones socialistas pero al fin y al cabo anarquistas y comunistas también cometieron asaltos y atentados en esta sangre que hoy elige la voz templada de la sensata razón. son mis ancestros, hablan en mi por mí. permiso, dicen y se abra la puerta vocal sola, entran, muchos sin pedir permiso, de improvisación desordenada y como gitanos arábigos, nómades hasta la medalla que nunca llega, contando siempre los cinco que faltan para el peso en un tango de chamamé y amores de ventanas rotas por el tereré de la india guaraní que saciaba los placeres del gringo de corazón grande y largas extremidades. el alcohol los ponía violentos y la damajuana se almacenaba cerca de la cama de la piecita con la bandera argentina, el gaucho retrato de larralde y los tanques armados en maquetas milicas. regresé. vine para honrar su memoria. vine para contarles sus historias, las que preguntaba inquieta las tardes largas después de las papas fritas para abofetear el hígado, pero qué abundancia en la miseria, y sin embargo, que grandes tus abrazos, abuela. vine para honrarlos porque me dijeron que el tiempo no cuenta ya más que cero. y todos estamos apurados por salvarnos en la próxima avenida.