domingo, 19 de agosto de 2007

"te seguí los pasos niña, hasta llegar a la montaña"

extrañas conexiones, extraños mundos, interjuegan en este momento en el que parece que todo está en movimiento. inútil pensar: "paren al mundo que quiero bajar". ya pasé por alborotados trayectos y antes de decirle al chofer que pare el colectivo, decido aceptar que estoy en viaje, trayecto, proyecto, sin traje por suerte.

pues entonces en una de las materias que estoy cursando en este momento, que se llama "técnicas grupales en psicología comunitaria", a cargo de una profesora loca y rara, en un sentido más auténtico que el de la enfermedad mental, admiro. casi ni la conozco, pero la conocí en un teórico de la materia psicología institucional allá y hace tiempo, tiempo de gestación de cambios por entonces. la recordaba muy bien. porque cuando conocen algún profesor o adulto a cargo de las mentes de los seres humanos del futuro que realmente tienen vocación y propósito en su transmisión, los sabrán reconocer. bueno, en mi caso, yo reconcí de su modo de vivir la vida y de hacer cada acto cotidiano de dar clases, un momento interesante, dinámico, de despertar y comunicación verdadera, una persona conciente de su responsabilidad humana. y contagiosa, por cierto. la mayoría la detestaba, la minoría la seguía como a un dogma, y algunos sólo nos quedamos atónitos, como el ruido que hace un fósforo cuando se prende.
bueno, un año después había dejado de cursar en la habitual facultad de psicología, y si bien me lo cuestioné, sabía que necesitaba extrañar el estudio para valorarlo, y además necesitaba darle una segunda vuelta de tuerca a mi elección de carrera. o me cambiaba a letras, filosofía o antropología, solo era porque quería estudiar griego y latín para entender el orígen de nuestra semántica, nuestras raíces culturales, y esos conceptos que nos marcan con sonido y reproducción de sentido. esa era una posibilidad entre otras tantas en las que había una graduación de mejores y peores escenarios posibles. ese es lindo de contar, pero sinceramente en ese momento, en ese despertar, en ese mudanza crítica y desestabilizante hasta entonces conocida, la opción que más merecía ser escuchada, era esperar. poner en pausa esa realidad de estudiante de psicología, me ayudaría a reconducir el barco. por una parte, la más sensata y práctica, pensaba que no podía darme el lujo de tirar por la borda cinco años y veintipico de materias dadas. de ninguna manera, no podía abandonar ese tramo, porque la psicología a mi me apasiona, y no se aprende sólo en la facultad y en sus apuntes mediocres.
pues bueno, me cebé con una explicación que no estaba prevista, pero lo que uno quiere escribir nunca sale como lo que escribe realmente. en este momento tan especial de mi vida, fue que decidí sacarme la deuda de ese final obligatorio de institucional, de algún modo me vendría bien saldar deudas pasadas con el estudio. sólo un trámite tonto para el que me preparé bastante mal porque en ese momento no podía concentrarme demasiado en estudiar y repasar. estaba demasiado bloqueada y bastante golpeada del ánimo. fui un poco kamikaze ya que me mandé así nomás al final y pedí que me tomara esta profesora que tanto me había marcado, bah... más bien pensé en la posibilidad de que ella me tomara el final, y para mi sorpresa auténtica, pues el número 116 de la lista de estudiantes era yo y era el que venía a coincidir con mi libreta universitaria. y ella ella, un año y medio después, quien me estaba preguntando acerca de mi vida en un final que se trataba de repetir lo que decían los autores de institucional, los que habían destacado para el común. bueno, no tengo memoria fiel y exacta a los acontecimientos, tan sólo escenas aisladas y palabras y sentimientos del momento. fue un encuentro, una orientación en ese momento, algo así como un ángel protector que me dio información que estaba buscando y entre las cosas que me dijo cuando yo me desplomé en lágrimas contenidas ante su pregunta sencilla, le conté lo que me estaba pasando. ella entendió algo y me dijo que daba unas materias electivas en alguno de los cuatrimestres en que no se iba a méxico. pues apunté la dirección de e-mail y un tel. información que nunca fue utilizada.
bueno, pasaron cosas en el camino, decidí dar otra deuda pendiente que dejé vencer por miedo, que se llamaba psicopatología. una materia anual, que había cursado en el 2003, la visagra como le dicen en esta facultad, todo el mundo te pinta que es un monstruo al que pocos sobreviven. bueno, suele ser así. muchos quedamos psicopateados por tanta información y tan poco cuidado de tratarla. es fundamental que si estudiás psicología y queres ser un profesional de esa área, tenés que hacer algo con tu mente y tu cuerpo de apoyo a todo ese bagaje intelectual que se vive en las aulas del monasterio ( la sede de independencia fue la facultad de filosofía y letras en los 70 y un poco antes, un poco bastante antes fue un monasterio, y con esto quiero decir un lugar donde viven monjas. y hacen sus prácticas religiosas allí. el aula mayor, como así se la llama, me han dicho que era el lugar de penitencia de las monjas, puede ser mito, pero es colorido el dato)
me perdí, porque me extendí con otra cosa que no tenía prevista, pero el hilo conductor me reubica en que tuve que renunciar al honor que supone ser un alumno no repitente, y me inscribí para recursar (palabra que duele en el alumno) la materia psicopatología, un año sólo para dar esa materia, para darla de nuevo, para verla de nuevo. y fue efectivo, porque me dí cuenta de que cuando la cursé por primera vez, a pesar de tener una nota digna para los tres parciales del cuco, no había entendido nada y no había aprendido nada, sólo fórmulas vacías que habían quedado en mi memoria, y fue efectivo porque aprendí mucho más que antes, pero también revaloricé lo que había aprendido previamente, las dos vueltas me colocaron cómoda en esta materia, más interesada en resignificar a lacan luego de haber empezado análisis y haberme enamorado. y todo lo que eso implicó y no sólo eso, mucho más.
bueno, cursé un año terrible a nivel vital pero efectivo en la facultad y como tonta por haber perdido tiempo me castigué con la necesidad de no promocionar, sino dar el final de psicopatología sin miedo, como cuando uno tiene con qué pagar la deuda a la que está comprometido. di un muy buen final, esto debo admitirlo, creo que el único final bueno que di en esta carrera desde que comencé y me fui algunas veces a final, no soy una alumna brillante de promedio.
redondeando la historia, fue este año cuando decidí terminar de cursar las materias que me quedan del plan estipulado, cumplir con los requisitos formales del alumno académico, pero a todo esto le viene un plus. se lo tuve que encontrar porque no había sentido más acá si sólo era para obtener un título, que si bien es importante, hay que ponerle contenido a la chapa, para que no sea sólo un cuadrito pegado en la pared o un rollo escondido en el placard. mi apuesta fue doble esta vez y complementaria de los espacios públicos y privados. le puse mi compromiso a eso que reelegí desde otro lugar. así me reencontré con mi profesora, que es la guía que elegí dentro de esta facultad. luego hay en otros espacios otros guías.

No hay comentarios.: