"L´Amour est L´Enfant de la Liberté"

http://www.youtube.com/watch?v=8YGXsw3XK9I

(Esta sabia frase de la entrada la saqué de un libro que estoy leyendo, bendito tu eres E.F.)

(Este dibujo tan simpático me lo pasó MarSch, gracias loca!)

En cuestiones amorosas todavía estoy en la fase del Jardín, pero no del Edén, sino del Infante. Todavía no me gradúo aunque le pongo voluntad y esmero. Por eso después de tanta queja y tanto sentimiento de decepción al cohete, me puse las pilas y me ocupé de mi vida. Y claro, como era de suponerse, dejé de mariconear para hacer lo que tengo que hacer.
Mi habitación quedó preciosa y mi casa también. Nos mandamos un laburo trasnochado con mis hermanas; de pronto eran cajas por acá y por allá, libros por acá y por allá, adornos de todo tipo y color y tamaño con intención y sin intención, sahumerios, velitas, carpetas, papeles, fotos, dibujos, pinturas, crayones, pinceles, plumas, frasquitos y frascos, notas, cuadernos, perchas, bolsas, abrigos, toallas, ropa, todo de a poco le iba dando sensación de identidad de hogar, de hábitat humano de "las Aballe". Para mi fue importante, porque una vez establecido el espacio, se puede empezar a proyectar. Cada lugar tiene su rito, su propósito de ser para algo. Mientras todo estaba en caos, también nosotras nos sentíamos inquietas. Ahora que lo pienso, luego de casi tres años que no siento un lugar como propio, como ya dije antes, estuve todos estos últimos años de paso en diferentes lugares en donde no me terminaba de establecer. Supongo que era parte del proceso de cambio, pero ahora me queda mucho más claro que estoy en una nueva etapa. Para mi sentir un lugar como propio es importante, más allá de que pueda tener facilidad de adaptación a las circunstancias y lugares más diversos y eso está muy bueno también, esta diversificación de energía hace que se disperse lo que se necesita para darle cauce orientado a un propósito o dirección a concretar. Esto no es feng shui ni om ni zen, es experiencia empírica. Y orden no significa aburrimiento, sino claridad. La claridad que nos permite ver qué queremos, qué no queremos, que necesitamos que no más, hacia dónde queremos ir, hacia dónde no más, cómo hacer para acercarnos a esa proyección posible, por dónde le estamos errando, con quien y con qué contamos y con quien y con qué no, y cuáles son nuestras limitaciones también, entre otras cosas que no se me ocurren ahora. Establecer algún tipo de orden externo ordena al interno. Y viceversa también. Y por otro lado, hace que también cuidemos-protejamos eso que construimos. Eso también a nivel interno o externo es analógico.
Por ejemplo, ayer después de haber cumplido mi "misión" y de haber quedado satisfecha con el resultado, me permití tomarme un baño relajante, sentarme en la cama a leer hasta tener sueño, y sentirme en paz verdaderamente. El resultado de humor y amor al otro día era totalmente renovado en comparación con las chicanas mentales y emocionales de los días anteriores, y tenía ganas de seguir haciendo más. Por suerte ya se me había pasado el berrinche pelotudo y me podía concentrar en cosas realmente importantes, y no en imaginerías inútiles. Igual estoy un poco enojada con ese infantilismo, por eso le digo palabras así, porque de algún modo una parte mía sabe que por ese camino ya no tiene más cabida, que ahora es momento de madurez, pero otra parte, la niñez mal curada, tiene tendencias fuertes y maneja emociones muy antiguas y arraigadas de desarraigo, carencia y abandono, y se resiste. Yo quiero conservar una parte vital de niñez, pero aquella que no haga escollos en el momento de hacerme cargo de crecer.
Creo que eso también tiene que ver con la libertad en el sentido de no ser prisionera de emociones y reacciones antiguas y desadaptadas que desvirtúan y desorientan el presente actuar ni inquietan el futuro en proyectar.