procesando

Les presento el último de todos, en pastel oleoso y Lila Downs, se llama "abandono el corazón humano". Es porque en ese momento estaba triste y me sentía abandonada, y sabía que no correspondía eso a los hechos, pero ese sentimiento igual aparecía y con ese sentimiento no sabía cómo hacer, entonces intenté apresarlo en estas líneas y rayas y luego fue tomando forma de corazón, primero era rojo y de esos de mentira, luego se fue anaranjando hasta brillar por la explosión. Después me vinieron a rescatar, justo cuando ya lo había terminado de rellenar. Y ya me sentía mejor. Corresponde a la serie de la entrada anterior, pero está hecho de día, en la espera. Los anteriores tienen que ver con deseos en proceso. Este está desgarrado, y además está hecho en otro material, más rudo que la témpera.


Este quedó mejor con la foto movida, porque está inconcluso. Fue de un trabajo con flores que traje de BV cuando nos terminamos de mudar hace poco. Está al revés, es el primero luego de todo lo que fue el proceso de curación de noviembre y diciembre. Sin embargo también es mucho el rojo sangre de corazón que se ve, podría ser una metamorfosis de una flor en insecto. O un pulpo con manotas de pez agarrando un pedazo de mar. Viene de lo que fueron las mini vacaciones en la playa.



Este es del año pasado para mediados de octubre. Es el de la conclusión del viaje a Laprida: es una mezcla de collage de ángel con atardecer de témpera. Está construído con esas cosas que uno junta en los viajes, podría ser la basurita molesta, pero transformada en ese renacimiento de ave fénix es este ángel que me cuidó en Laprida. Fue esa misma mañana que llegamos, además de toda la entrada larga que me mandé de alguna manera sentía la necesidad de "cocinar" en el papel lo que había traído de allí, y me sorprendió formar a Plutón de naturaleza y brillantina, marquillas de cigarrillos. Cómo lo tóxico puede ser transformado. Literal, como renacer de las propias cenizas. Lo crucifiqué con cinta scotch.


Este es del nahual jaguar de Oaxaca, copia de una máscara que se usa en los rituales dramatizando los espíritus que protegen a cada cual. Supuestamente cada uno tiene el suyo, yo adopté este gato bananero porque me resultó simpático. Y lo vi en un disco de lila, y bueno, fue amor a primera vista. Ahora que lo pienso, corresponde al comienzo del proceso de despegue de zanguango, por entonces hube abandonado por algunos meses, los que duró ese retorno, la pinturita. Y este es el regreso en forma de nahual, me dio las fuerzas para la evolución.


Luego tengo otros, los previos a la tercera vuelta, pero me parece que me excedería si los agrego en esta entrada. Los estoy rescatando porque fue gracias a redescubrir la posibilidad de crear sin prejuicios que me fui sanando de a poco y gané confianza en mi misma. Yo sé que no están buenos, que son por demás criticables, pero eso no me interesa en el momento de hacerlos, porque en cada uno de ellos puedo transformar lo que no me sale con palabras. Y fue gracias a esa posibilidad de expresión que pude recuperar un espacio vital que había olvidado. Esto también forma parte del proceso.