viernes, 5 de septiembre de 2008
llegando los monos
arriverci monk keys
monos y monjes y llaves
monos que fueron espíritus y que optaron por la aparición médium en alguna noche lejana de maestro alumno.
monos que volvieron a mi vida por alguna de esas causalidades no resueltas.
monos que son amigos, monos que me muestran que la vida mejor se vive si se vive como un juego de monos equilibristas e histéricos gritando obsenos y colgando de las lianas y -con menos suerte- de las jaulas del zoológico.
monos que saben jugar con otros, que no saben jugar y como idiotas quedan entrampados en sus juegos. monos que no se dieron cuenta de su propia ilusión de cuento. monos que saben hacer trucos de magia pero que no son magos, solo ilusionistas. monos alegres, divertidos y joviales que aderezan la sobriedad saturnina de tomarse todo al pie de la letra, sin margen para el ridículo.
una vez conocí a un mono desquiciado que enlazaba sueños a la noche de su cueva. el mono éste tenía todos los vicios (legales e ilegales) de los monos y más. una noche se presentó como el gurú mono que enseñaría a sus discípulos el camino del monje. tenía una antena parabólica que conectaba con una realidad médium, y por momentos sucedía esa magia y yo dejaba de ser yo y él dejaba de ser él para ser sólo dos espíritus que comentaban en sus diálogos sobre la filosofía del sentido del árbol de la vida y de la sabiduría. cuando sucedía esa despersonalización parecía que estuviéramos inmersos en otro tiempo y en otro espacio, pero con las naves de la psiquis habíamos decidido aterrizar juntos en aquel lugar. y levitábamos subidos a las palabras. y levitábamos sumegidos en el cosmos. y enlazados en el nudo nos decíamos aquellos secretos que sólo se dicen en la intimidad total. lamentablemente (o no) caí por ese mono maldito del paraíso de la inocencia primordial. caí como se dice cuando uno cae a sus profundidades recónditas desconocidas. caí y conocí la sombra amarilla de la fiebre incendiaria. caía hasta en los sueños. luego dejé de caer y me volví a dormir porque me enredé en las alturas. y mucho tiempo pasó hasta que pude volver a desenredarme. tuve que construir de cero aquello que no tenía. aquello que no había sido creado, lo tuve que crear con mis propias manos y con el mono monje de espejo. subíamos escaleras infinitas y cuando llegábamos al altar se destruía el sueño. y volvíamos a comenzar otra vez, en algún punto de nosotros queríamos poder trascender la caminata espacial. y queríamos hacerlo juntos, agarrados de las manos, pero llega un punto en que la escalera se sube de uno. y para saltar se salta de a uno. para saltar al abismo estamos solos en caída libre. y los hilos del karma nos hacen de piedras que agitan la caída por eso cuando nos tiramos al abismo nos deshacemos de todos esos hilos porque pesan si uno quiere volar y remontar el vuelo mientras va cayendo.
como si no hubiera tenido tela para cortar trajes de mono hechos a medida de mi medida, me volví a enredar con otro mono desquiciado pero un poco más sano. y otra vez la escalera, otra vez la magia, otra vez el espejo y otra vez el quiebre del sueño. ya empiezo a sospechar que más allá de las identidades, hay algo que me dicen los monos que me ilusiona, que me atrapa, que me juega, que me enseña. pero no logro desentrañar el enigma mano-mono de este cuento. sólo el ritmo de las pasiones uranianas. y aún así toco de oído el tambor primordial del nacimiento humano.
"welcome to the other side"
puertas que abren portales.
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