Sucede, a veces.
Sucede que el cansancio tiñe las apariencias de hastío.
Sucede que la superficialidad se confunde con la impaciencia.
Sucede que el tiempo acostumbra a las sorpresas.
Sucede que la cotidaneidad vela lo que valemos.
Sucede que la ausencia devela su importancia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario