Las prácticas se realizaban en salones encubiertos a prueba de espías. Para ingresar al portal enérgico, la materia se sutilizaba a un nivel casi imperceptible, licuando su párticulas magentas en electrones fluorescentes de luz blanca enceguecedora. Cada viajante residía en una cúpula redondel de colores rechazados por el espectro común. Colores inimaginables como los de los agujeros negros que yacen en la vía láctea. Desde cada cúpula, los viajantes en posición de loto avispado giraban los círculos concéntricos de los espacios celestes de la columna vertebral. La protección en cúpula era necesaria porque el magnetismo desplegado por esas corrientes enérgicas resultaba letal al absorver las energías sutiles de los otros cuerpos en giratoria gravitatoria, tal como la tierra, los dos movimientos, rotación y traslación. Se hacia una danza en espirales concéntricos y el turno del que ascendería era el turno del que descendería próximo. No eran necesarias las palabras, porque la materia prima era esencial captada directamente por los sentidos más elevados que un ser puede tener acceso a.
martes, 2 de diciembre de 2008
paralelos
Las prácticas se realizaban en salones encubiertos a prueba de espías. Para ingresar al portal enérgico, la materia se sutilizaba a un nivel casi imperceptible, licuando su párticulas magentas en electrones fluorescentes de luz blanca enceguecedora. Cada viajante residía en una cúpula redondel de colores rechazados por el espectro común. Colores inimaginables como los de los agujeros negros que yacen en la vía láctea. Desde cada cúpula, los viajantes en posición de loto avispado giraban los círculos concéntricos de los espacios celestes de la columna vertebral. La protección en cúpula era necesaria porque el magnetismo desplegado por esas corrientes enérgicas resultaba letal al absorver las energías sutiles de los otros cuerpos en giratoria gravitatoria, tal como la tierra, los dos movimientos, rotación y traslación. Se hacia una danza en espirales concéntricos y el turno del que ascendería era el turno del que descendería próximo. No eran necesarias las palabras, porque la materia prima era esencial captada directamente por los sentidos más elevados que un ser puede tener acceso a.
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