domingo, 6 de noviembre de 2011

divididos por la felicidad

yo quiero ser portadora de un corazón grande. tan grande como mi mejor deseo. tan grande que diluya las mezquindades más pequeñas y a mis demonios. para conquistar esos demonios y ponerlos a mi disposición - o sea usarlos a mi beneficio, como fuerza creadora que emergiera del dolor- tengo que atravesar "pruebas".  paradojas. tengo que afinar la puntería y acertarle a las decisiones, más rápido en menos tiempo. y atravesar las pruebas aunque parezcan, en ocasiones, "ridículas", "una tomada de pelo", "el absurdo mismo", "una burla del destino". es entonces cuando imagino a esos demonios retorciéndose por no querer morir, chillando como un plástico que se quema. hasta que un día encuentre que volví a reir. que volví de la revolución. hasta que un día entienda que cuando pasa ese momento oscuro, viene más luz a mi vida y el corazón es más grande y más fuerte, cada vez más grande, hasta que llegará el día en que lo comprenda todo.   y me diluya en algo más grande.  y pierda el miedo indefinido.  y definitivamente sea certeza.  la certeza de ser portadora de un corazón cada vez más grande. quiero ser un corazón gigante con patas. y brazos. y manos. y

1 comentario:

Guillermo Altayrac dijo...

«hasta que llegará el día en que lo comprenda todo. y me diluya en algo más grande. y pierda el miedo indefinido.»
Muy neptuniano, señorita, eso de fundirse con el todo, volver a la fuente.

«es entonces cuando imagino a esos demonios retorciéndose por no querer morir, chillando como un plástico que se quema.»
«Chillando como un plástico que se quema» me encantó. Me gustó mucho la imagen. Vos también sos buena para la metáfora, Saturno en la tercera.

Saludos.