lunes, 27 de junio de 2011

movimiento último

otro nombre no le encuentro
al empeño que pongo
en insistir,
y temblorosa,
nado en su otra cueva con mi sombra.
si hace tope con la rocas,
no me asalta ese problema.
me erosiona la paciencia,
anhelar el erotismo que
fuimos, compartidos.
y no tenerte.
no tenerte.

colgar de la pendiente del pasado
y discurrir con lo azaroso que es o no es,
el destino,
nos detiene.
nada es lo mismo.
y sin embargo,
todo sigue.
y sin embargo,
todo me continuará.

intercambio esas figuras,
que en sueños son de música.
el íntimo río que conserva en mí un ritmo,
es el mío.
del rompecabezas que te dí,
disfracé la última pieza.
no pude decirte adiós a tiempo
y te inventé un hasta luego.

domingo, 26 de junio de 2011

esto es parte del CV

en donde yo trabajo, me convocaron para hacer un taller que tenía que dar a las salas verdes de la institución. el proyecto se convirtió en las cuatro estaciones de Vivaldi, gracias a la coordinadora que me dio muchas ideas hasta que prendió ésta. la idea era trabajar a partir de esa obra musical, pero fundamentalmente a través de la expresión corporal, y la expresión plástica. estas actividades también tenían que transmitir algún tipo de vocabulario en el idioma que se enseña en la institución en donde trabajo.
el souvenir final era una germinación por cada chico. cada uno de los noventa chicos se llevaba como trabajo final, un vasito de plástico transparente con algodón y semillas de lentejas y de poroto blanco, humedecidas. no era la idea de que se las llevaran enmohecidas también, pero es parte de las vicisitudes de trabajar un proyecto. se puede ir mejorando con el tiempo. y se vuelve sobre la marcha si se desvía mucho el propósito inicial.
las semillas que germinaban eran los futuros hijos de los niños que participaron del proyecto. por eso había que ser cuidadoso, porque si tenían nombre los vasitos y pedro tenía más suerte que juana en cuando a las semillas que le tocaron en suerte, el aula más ventilada, o el rincón más espacioso de sol, entonces, los resultados eran mucho más aleatorios que un nombre puesto en un vaso de plástico con algodón y semillas humedecidas. por eso, mejor no le ponemos nombre. o mejor le damos a cada uno su planta del bosque.
hubo un niño, que cuando se enteró de que sus semillas, o su vasito, o el vasito con su nombre escrito en indeleble, habían dado poco, se puso muy triste. tan triste que la señorita en cuestión advirtió esa tristeza y me dijo en el otro idioma, que por favor mirara los ojos de ese niño y que hiciera lo posible para injertarle algunas otras semillas de otros vasitos para que él estuviera mejor que en ese momento. y así lo hice. a algunos de estos chicos les daba lo mismo, si hubieran crecido o cómo hubieran crecido sus semillas, pero a él no. entonces le robé semillas germinadas de las dos clases de plantas y las inserté entre los algodones de su plantita. el niño, no se comió el engaño, pero se puso un poco más feliz, al ver que no era tan terrible. hasta que alguna de sus compañeritas, dijo que no estaba dispuesta a llevarse a su frondosa planta a su casa, que la abandonaría en ese mismo instante, porque no toleraba su olor. y fue entonces que se me ocurrió intervenir, sin antes sentirme un poco dolida de ego, porque la piba esta estaba abandonando algo que yo les había querido facilitar, pero respiré hondo y le dije si no le quería dar la plantita a su compañero que tenía una planta más chica y se moría de ganas de llevársela a casa. ahora sólo había que cambiarle el nombre al vaso.
- yo nunca voy a abandonar ésta plantita, a mis plantitas, nunca.
no es ficción. es realidad.

sábado, 25 de junio de 2011

zarpados del co-tedio

fue en la avenida rivadavia casi llegando a puán, o pasando de largo. en la parada de los colectivos de las líneas que van para el mismo lado de la porteñez humana. pero resulta que no eran porteños. eran oriundos de algún río como el paraná. y se reían así, ja ja ja, mientras conversaban de todos los temas disponibles en una biblioteca del dni. convidándose un cigarrillo, porque hacía mucho frío, fue pasando el tiempo. la zarpada dejó pasar su otro posible colectivo, para acompañar en la charla al zarpado y medio. los dos la dejaban bien. el uno y el otro de los colectivos posibles. y lo invitó a su casa. le dijo de tomar unos mates y de conversar otro tanto. el le preguntó si fumaba, y ella le dijo que sí y que
-vení, pasá. ahora las busco. están buenísimas y son de cosecha casera.
zarpado y medio, desenfundó la criolla y se acomodó en el sillón, como si ya fuera su casa.
- es la soledad que te hace esta ciudad.
- el tiempo me irá matando y tu cariño será y será.
al fin y al cabo eran dos extraños y se sentían acompañados como nunca antes. a veces, sucede.


lunes, 6 de junio de 2011

breve

feniz era taurino, había nacido el día del animal. usaba pantalones anchos de skater, una vincha de tela negra en el pelo -largo pero rapado a los costados- y se lo anudaba con un rodete a lo alto. tenía facciones muy lindas. medio árabes, medio tanas, medio gallegas. pero lo que más me gustaba de él era su sentido del humor, su personalidad compleja a la vez que ocurrente, su manera de pensar las cosas al revés del sentido común y obviamente, que era muy protector conmigo. me cuidaba. parecía que me quería. me trataba con mucho amor, pero no cuidadosamente-por-si-se-rompe, sino, concretamente. él decía que le encantaba mi forma de ser, y yo le decía que sólo podía decir eso porque me conocía poco. nos habíamos encontrado en un momento especial, en donde no me interesaba hacerme problemas por las cosas, porque ya había tenido mis problemas y me estaba recuperando. y como al lado suyo me sentía segura, eso sacaba lo mejor de mi. cuando nos acostábamos juntos sentía como sus alas me acariciaban desde la espalda y me daban ese calor que necesitaba para curarme.

sábado, 4 de junio de 2011

sopa y ensalada

el mago diez tuvo ataques de pánico después de que aquella bombachita rosa se le cruzara en el camino. la mina era casada y tenía dos hijos. una nena y un varón. vivían por zona norte y se tomaba todos los días el tren con la bicicleta a cuestas. la mina se la rebancaba. y también, era medio putonga. le gustaba mucho la porong...
se conocieron en una oficina plagada de ingenieros de todos los tipos, colores y tamaños. la recepcionista los cachó una vez que vinieron los dos bañaditos y a la misma hora.
- qué coincidencia. venían juntos?
lo más repulsivo de toda la situación es que para la mudanza de la oficina a zona norte, cerca de alguna fecha patria, la minita que vivía en la zona de la mudanza, ofreció su casa. aunque tal vez, el marido ofreció
- por qué no se vienen a comer a casa con todos tus compañeros de laburo? digo, así nos conocemos...
- y sí. estaría bueno. así se conocen. además, de paso le hacemos la despedida a la minita que echaron de la ofi.
y entonces organizaron la despedida de la minita que habían echado de la oficina a la cual unos cuantos ingenieros le tenían unas ganas terribles. el mago diez, incluido, que tenía que encontrarse un paracaídas para esconderse del macho alfa, al cual también le cabieron algunas de las compañeritas que trajo de invitación su mujer, la misma que se había curtido a algunos de sus compañeritos pero no justo al que no iba a venir pero la mensajeaba algunos días mientras estaba en la oficina.
- esto es puterío, como toda oficina.
reflexionó indignada, la minita que habían echado, cuando sorprendida por mago diez, se coló en el auto para que la acercaran al departamento de su asunto escabroso en el barrio de once. su asunto escabroso la estaba esperando en el monoambiente que compartían algunas noches. mientras iban en el auto, mago diez y la minita echada, se tiraron algunas palabras difíciles y audaces, jugando a la tentación, a la tendencia a ceder a los inescrupulosos instintos infiltrados, y si dinamita había de sobra entre éstos dos, química también. la minita echada le confesó en una de esas pausas tensas, que últimamente, estaba haciendo cualquiera. ésto, en respuesta a la iniciativa que le había jugado el mago que amagó diez veces diez. y a una cuadra del depto del apto, frenó frente a la puerta del telo aries de luces naranjas flúo, al lado de la estación de servicio las 24 hs., y se la tranzó.
- qué hacés, boludo?
- qué, no te gusta?
- sí, pero es cualquiera. yo te dije que últimamente estaba en cualquiera, pero, pará. bajá un cambio. che, está. basta. chau.
- chau, histérica. careta.
- chau, repelotudo.
y se bajó del auto de un portazo fuerte por los nervios, no por otra cosa. buscó chicle en la carterita, apretó 2d y se acomodó el pelo y la solapa del sobretodo rojo. su asunto escabroso ya había bajado para abrirle y cuando la vió, le comió la boca de un mordisco.
- mmm... qué recibimiento
-te hiciste algo? estás muy linda.
la minita echada le sonrío con malicia y respondió mordiéndole el labio superior.
- mmm qué rica que estás, hoy sabés muy bien.
- seee. hoy sé.

"por eso mo ve te, si ya estás, en el cielo. mo ve te, si ya estás, en el suelo"

jueves, 2 de junio de 2011

míster hide

decía que su pasión era la fotografía, pero que no había podido dedicarse a eso porque su padre quería que él fuese abogado. como buen nene de papá, le había hecho caso y había dejado de lado su verdadera pasión para reencontrarla después, a sus treinta y tantos. en el tiempo en el que salimos me mostró unas cuantas fotos que había sacado y como buena nena de papá, siempre le dije que le diera para adelante a su corazón. eran buenas, pero al fin y al cabo, yo que sabía. sólo le podía decir, me gusta esta, me gusta el concepto, me gustan estos colores, me gustan estas manchas, me gusta la idea, me parece copado que le des este enfoque, etc, etc, etc. también le decía, porque tenía dos hijos de diferentes mujeres, que sus mujeres lo debían querer mucho, quizás demasiado, para bancarle las desapariciones frecuentes que lo caracterizaban. un día, me dí cuenta de que en realidad era un adolescente. ví la imagen petrificada, aunque su cuerpo y su vida hubiera seguido veinte años más, algo de él había quedado detenido en ese momento. ahí fue cuando se me cayó del pedestal. porque siempre la culpa la tenía el otro, en especial, las mujeres, pero él no era capaz de tener un poco de reflexión y de responsabilidad al respecto. que te pase una vez está bien, pero que te pase ya dos veces y vayas por la tercera me parece un poco demasiado. y lo digo con todo el respeto del mundo, porque no me interesa juzgar.
compartimos un par de noches, un recital, un año de trabajo creativo, una obra de teatro, una pintada en el planetario el día de la primavera, tres cenas en lugares que no conocía, una noche hermosa en un departamento que tenía una calma especial color sahumerio, sombras nocturnas, música para dormirse, té macrobiótico y galletitas de avena. yo trepaba a su espalda y le hacía masajes. disfrutaba de acostar mi cuerpo sobre su espalda, de acariciarle el pelo, de hacerle cosquillas, de apretarle los puntos de contracturas. disfrutaba del contacto de los dos cuerpos. no disfruté del mal momento que me hizo pasar en el viaje que compartimos, porque evidentemente yo no estaba preparada y tenía actitudes de pendeja con expectativas que realmente no condicen con la condición de adultos. tampoco disfruté la última vez que la pasamos juntos. no era el momento. debía de haber escuchado a mi cuerpo, pero me lancé, como solía lanzarme a este tipo de aventuras, sin pensar nada. me volvió a llamar un par de veces, pero no me interesó contestarle. creo que se quedó enganchado con esa escena que le hice la última vez que lo iba a ver. él me había acercado a mi casa en su auto, y había frenado en una de las calles paralelas. como pensé que no lo iba a volver a ver, le encajé un beso. realmente me gustaba. y si era la última vez tenía que hacer algo. creo que eso lo debo haber imitado en alguna de las novelas para idiotas que ví durante mi adolescencia.