viernes, 7 de mayo de 2010

traspiración

Lo pringoso fue lo primero. Lo primero fue la sed. Un encuentro insospechado, insoportable, tal como se dan esas cosas que misteriosamente aparecen sin bastarnos enfrentar su pedido coherente. Era un momento que podría haber coincidido en relación a los aprendizajes y el coraje que adquirimos o no en la vida. Lamentablemente, a veces nos convertimos en conservadores habiendo sido proclamados liberales. Pero acá no vale la pregunta por la potencialidad que se hizo o no se hizo roble, estanque, estatus o pérdida errática. Nadie más lo debe saber. A nadie más le debe importar. Qué tiene para darme. La pregunta de la esfinge fue inescrupulosamente directa. Mejor así. Las cosas claritas. La vida vida. La de las calles empedradas. La de los bolsones largos y pesados. La de las medias de lana. La del calzado rústico. La del pelo hasta el lunar que llega hasta la espina dorsal casi desnudamente encubierta. La misma del anillo del dedo de júpiter intercambiable con saturno, según sea el metal de cobre rosado, como verde venus su estela. El anillo de la suerte de losquilmes: aquellos que lucharon por su tierra hasta el final y con su vida y su sangre impregnaron la historia. Ese día fue libertad y fue plena. Fue soledad y fue furia. Fue jamás arrepentirse cuando el cuerpo vibra a los santos. Fue que la pérdida era ganancia. Y no importaba. Ya nada ni nadie importaba. Sólo ese instante pleno, caliente, agitado, furioso, trascendente para el ser con memoria de las posesiones del espíritu. Aquellos instantes quedan impregnados en la simiente a transmitir a la próxima progenie. Instauran el color progresivo esfumado en el áurea de las maderas madres de los árboles. Podría convertirse en el plan que celosamente guarda de sus enemigos. Pero bastaría solo con amputarle la paranoia que destiñe los mejores instantes descubriendo la oscuridad primitiva. Un tiempo ahora suceden los horarios entrecortados que hacen esperar el convertirse en transición y en proceso en mientras tanto. Apuran las líneas. Se apura demasiado la gente, piensa, mientras recorre las largas filas de transhumantes obreros trabajadores dealers músicos oficinistas madres solteras padres adoptivos. De acá al barrio. Del barrio al otro barrio. Del colectivo al analista. Del tren a la villa. De la villa a las aulas. De la cama al living.

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