viernes, 21 de mayo de 2010

vos no volverás jamás

había una vez una pendeja con dolor de muelas. además de las muelas, le dolía la piel. además de la piel, le dolía el alma. se la había roto una vez que se cayó -mal, muy mal- de la silla pupitre de la habitación fabricada para enanos. pero en vez de sentir compasión por este accidente, prosigamos con la historia de esta pendeja malparida. cuestión que de grande le dio por el abuso de todo tipo y de todo tipo de sustancias prohibidas y compartidas por los ghettos del barrio viejo y sucio en el cual se crió. a la mina le pintó el equilibrista. también le pintó el pintor. el albañil, el carnicero, el que traía las respuestas por correo. cualquiera que estaba dando vueltas por ahí, era cuestión de compasión. sé que el género masculino no entiende que detrás de una puta se esconde el espíritu de un alma compasiva que da su amor hasta a los perros callejeros y a los pájaros con el ala herida. pero sépanlo hombres, detrás de una puta hay una virgen comprensiva, especialmente haciendo hincapié en la palabra pasiva, que quiere criar al proximo mesias en su vientre. asi de grande le quedó el ollo ud. qué dije algo chocante y choto. cuando se cruza la línea se cruza para siempre. después de todo este trabajar y trabajar la cuestión de abandono y de la descorrespondencia, no quiso más caber en el lugar de la víctima. pero así son los medios y los altos. terminan culpando a las víctimas cuando son los victimarios del asunto.

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