jueves, 28 de junio de 2007

a travalhiare los clishés


Todo lo que he escrito últimamente me resuena escurridizo y desordenado. Me siento obligada a dar explicaciones, pero no demasiadas, para no quemar la mística del mundo privado de cada quien. Abunda el tiempo libre, y con el tiempo libre abundan las distracciones. Mientras estaba trabajando tenía una agenda compacta y escaso tiempo, por lo tanto eso me ayudaba a focalizar mis metas y a practicar el speech del propósito encontrado después de largo tiempo de buscarlo. Y claro, había un poco más de orden establecido desde afuera. Orden, disciplina y método. Coherencia. Lo difícil para mi de todo esto, es que ahora ese orden, esa disciplina y ese método deben generarse desde mi para poder hacer algo productivo de este descanso. Y la coherencia, la he extraviado en algún cajón. O tal vez la pueda reencontrar en algún libro que en este momento no quiero leer. Si tan sólo saliera de mi y no de las expectativas de dejar tranquilos a los demás, sería suficientemente genuino y adulto de mi parte, pero la adultez no es algo que me caracterice en este momento y en los grandes últimos momentos de mi gran vida...Caer en clishés puede ayudar un poco. El clishé de esta oportunidad: "es difícil crecer, crecer es difícil es". Crecer = hacerse adultos? Adultos = responsables ? Adultos = trabajadores ? Cuándo me decidiré a cursar y a rendir esa materia pendiente de las últimas que me quedan para recibirme de Licenciada en "hágalo usted misma con sus propias manos que si usted lo hace se sentirá mejor"? (resabio de las canciones de utilísima) Pero recibirse no es una tarea de bricolage. Y no se aprende en un programa de TV. Lástima, no?
Tomar las riendas de la vida, es tarea difícil para alguien que se creyó un pececito toda la vida. Si fuera un caballito de mar las riendas podrían ser un accesorio imaginable y posible. Aunque necesitaría un jinete que lo conduzca. Pero un pececito cómo hace para tomar las riendas? Tal vez ajustando las aletas y moviendo la coleta en dirección a una meta posible.
Tomar las riendas, tomar decisiones, pensar en un futuro deseable y encaminarse hacia allí sin tanta duda, sin tanta cobardía, sin tanto miedo, que hacen de pantalla a tanta pereza. Aprender a soltar tanto accesorio puesto. Son por ahora sólo palabras, en las cuales me gusta redundar para sentirme partícipe aunque se por el momento sólo tácitamente, o sólo parcialmente. De tener la experiencia del desempleo previamente, sé que en esta vuelta salió mejor el experimento. Y esto es innegable como lo es la evidencia empírica de todos los días. Gracias a esta experiencia es que puedo reflexionar acerca del trabajo y del tiempo libre. Estamos obligados a trabajar la mayoría de nosotros por una cuestión fundamentalmente económica. Pero este no es el único motivo ni el más importante, sólo es funcional al sistema en el que estamos inmersos. En nuestro sistema el trabajo es tiempo dedicado a la producción por el cual se obtiene un salario, las horas de trabajo tienen un precio, un valor monetario retributivo. Tiempo trabajado = dinero.
Además del tiempo trabajado, está el tiempo libre, con el cual muchas veces no sabemos que hacer más que consumir lo que monetariamente a cambio nos retribuyó el tiempo trabajado. El tiempo libre en nuestra sociedad, es un tiempo que debe ser "llenado" de alguna manera. Acudo a otro clishé, "el negocio es la negación del ocio". O trabajamos o "ociamos", osamos "hacer" otras cosas entre las cuales está la posibilidad de "hacer nada". Sin embargo, y porque no me conforma la crítica destructiva que me deja desamparada en la inacción y en la justificación de la pereza, me permito otro clishé, "el trabajo dignifica". Si me pongo desconfiada en honor a los compañeros marxistas materialistas, esté clishé debe ser deconstruido, desnaturalizado. Pero en la experiencia inmediata hallo una profunda verdad. El trabajo nos reconoce de alguna manera dignos de respeto. He comprobado por experiencia que la condición de desempleada me hizo perder el respeto de unos cuantos. Y por momentos, de mi misma. Todos llevamos un castigador adentro. El mío es terrible, tanto más conmigo que con los otros. Cuando se atraviesan experiencias de diferentes posiciones, como puede ser pasar de estar empleado a estar desempleado, se comprende un poco más ampliamente el espectro de emociones humanas que acarrean las diferentes posiciones. A nadie le deseo esta experiencia, pero si les llegara a suceder, tal vez los pueda comprender mejor que si no la hubiera atravesado. Tampoco es necesario pasar por esto para comprenderlo. No es condición suficiente, pero es necesaria.
En lo que a mi respecta, ahora que estoy un poco más urgida de encontrar un trabajo en el cual me pueda desempeñar mejor que lo que he hecho hasta ahora en mis anteriores trabajos y en el cual me encuentre más a gusto que anteriormente (desde el punto de vista de las capacidades en juego) encuentro que el tiempo libre del mientras tanto puede ser "llenado" con diferentes experiencias de arte, desde películas, hasta pinturas, esculturas, escrituras, partituras, creaciones simples que en algún punto "llenan" ese vacío que se produce en el abandono del aburrimiento. Es importante aprender a disfrutar del tiempo libre y es importante también aprender a valorar el trabajo.

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