domingo, 7 de marzo de 2010

ensayo fantasioso de sociología silvestre


a principios de siglo, la gente incurría en ciertas maldades a lo madmax - acariciando su gato de ojos rojos en la nave espacial con la máscara negra de la clandestinidad-. ahí fue cuando se infiltró el virus purista de las exclusiones. había trabajadores, pero la palabra social sonaba excéntrica o mejor dicho, ignorante de las obviedades, cuando la sobervia o sobria? (v) sociedad declaraba que en su status de conocimiento superior mantenía un compromiso con la evolución de darwin, que el progreso y la fraternidad, que la revolución francesa y esas ideas de la burguesía ascendente. pero porqué las palabras son leyes de exclusión? qué hacemos? pensamos que es posible ejercer algún tipo de influencia en las mentes acondicionadas para liberar nuestra mente de las esclavitudes acostumbradas? si. creemos. todavía, a pesar de que sabemos que la idealidad platónica nos cagó la existencia, siempre condenados a añorar el paraíso edén de dios y sus secuaces. dios o no dios, el ser y la nada, los pececitos en las jaulas, en fín. somos nosotros, los ilusos y los confusos. pero al menos lo intentamos de algún modo, pienso. hay una grada y se mide con regla la civilización del cerebro. pregunta a dios: porqué no tenemos todos la misma gracia divina? porque yo soy manca, aquel es ciego, mi vecino es puto, y la tía asesina.
pero bueno, la diversidad hace a la inmensidad. mi corazón descubre para su asombro alguna verdad y aplica voluntad al cambio. no es por el reconocimiento, porque ya pasó la fiebre del once. tuve la mala suerte y buena suerte de encontrar alternativas impensables en otros escenarios. quise explorar el continente y el contenido. me dí unos cuántos palos por la cabeza. me quedaron picando algunos rencores, pero atiendo a mi juego y a mi gente. no estamos aquí de casualidad y esa conclusión ya mismo deja de tener importancia. hay signos de interrogación, como jesú, mahoma, e.t. y los pueblos originarios. hay finalmente una orientación vocacional, el deseo como flecha emotiva de nuestras acciones. allí un error no es un error un accidente es un sacudón del espíritu y el azar es creativo. abre la pregunta.