miércoles, 8 de septiembre de 2010

mis males necesarios



Vengo a contar enojos. Bronca, bruta y puta, mi bronca. Torpe y aparatosa. Latosa y enfrascada. Silenciosa, anémica. Atragantada. Apilada en cada rincón de las articulaciones, mandibulín peron peron. Tanguera y tendenciosa de sentencias apuradas y ansiedad criticosa, celulítica. Paranoide. Celotípica. Prejuiciosa, desconfiada, porfiada. Peleadora. Impaciente aunque eficiente.


Vengo a enumerar odios que se deslizan de objeto en objeto. Capaces de hacer un enchastre inesperado, un revoltijo de nervios bríosos, gritos pelados, puertas golpeadoras, platos rotos, libros descartados. Líos. Enriedos. Colapsos. Teléfonos cortados a media palabra.


Vengo a exponer imperfecciones. Maleficios. Brujerías. Conspiraciones. Inconsistencias e inconstancias. Melancólicos los reproches. Dudas las desestabilizantes. Escapes los confabulatorios. Fabulaciones morfológicas. Delirio de misterios parapsicológicos y metafísicos. Egocentrismos antropológicos. Automambos. Autobombos. Egoísmos quejosos y mezquinos.


Te hecharé la culpa. Te echaré de mi casa. Te voy a mentir. Te deberé algún vuelto. Te revisaré papeles y cosas. Te perseguiré con preguntas. Te distraeré si es que no me conviene lo que estás diciendo, no me caes bien, no me oís como quiero escucharte. Mi honestidad será brutal como una flecha, por momentos, y por otros, condescendientemente librianaocultando los verdaderos pensamientos y sentimientos -brutales, generalmente. Ciclotímicos los ensayos de humor, todos los días. Crueles e insensatos, los desquites. Carentes de lógica, las exposiciones. Conservadores los métodos. Radicales los ideales. Conformistas las decisiones ante semejantes exigentes.
Hablaré de más cuando deba callar y callaré de más cuando deba de hablar. Me va a costar decirte lo que siento porque muchas veces no lo sé o no siento. Te voy a interrumpir cuando me estás contando algo importante. Te haré planteos fuera de lugar con cara de póker. Me haré la víctima y te daré vuelta las cosas. No aprenderé de mis errores y tropezaré muchas veces con distintas piedras y la misma -al fin y al cabo. Me dispersaré con facilidad porque todo me distrae y me aventura. No te escucharé cuando lo necesites y te escucharé cuando no quieras decirme nada. Te llevaré la contra, sólo por el gusto a los debates y porque siempre tengo la razón aunque no me la des.
Mi desorden te invadirá. Tomaré prestados tus objetos sin consultarte, porque ya me los he apropiado. Temeré al compromiso y me fugaré a la fantasía. No tendré límites y no entenderé más que con la claridad explícita y directa, es que tenés que ponerme un freno. Te pediré disculpas y al rato estaré haciendo lo que se me de la gana. Te atropellaré sin darme por aludida. Te echaré en cara aún esas cosas que supuestamente hube perdonado y comprendido. Y cuando me enfrentes, verás que perro que ladra no muerde. No sé sostener una discusión, casi siempre las pierdo. Pero seguiré peleando por que no conozco casi otras alternativas.
Te prometeré regalos que nunca te daré. Te contaré proyectos y todos los años y todos los meses y todas las semanas, habré cambiado de idea y habré encontrado otro camino que tomar distinto de aquel que sonó convincente en mis argumentos. No soy orgullosa pero no soporto que te tomes tus tiempos de reflexión y necesites espacio para estar a solas. Temeré que me abandones y por eso amenazaré con abandonarte primero. Dejaré inconclusos muchos de mis proyectos, de mis ideas, de mis oraciones, de mis palabras. Si no me respondés cuando yo espero que lo hagas y de la manera que espero que lo hagas, me enojaré y te pondré cara de ojete. Te mostraré los dientes y mi hostilidad generará tu violencia, tu reacción -siempre es mejor que la indiferencia.
Te malentenderé. Tendré problemas con los vicios. Tendré problemas con todo el mundo, siempre hay algún malvado o malvada que está en contra mío. Yo lo sé aunque el otro no lo haya advertido aún. Yo lo sé todo, pero resulta luego que sólo tengo una aproximación superficial al tema. Me obsesionaré fácilmente. Escucharé mis canciones preferidas una y mil veces hasta que te hartes de escucharlas. Yo no me harto tan fácilmente y no entenderé cómo no sabés apreciar lo que tanto me gusta. Usaré mi ropa preferida y todo lo que más quiera y más me guste, hasta gastarlo. No podré ahorrar jamás. Si tengo, se va hasta el último centavo. En mi, obviamente, primero que todo.
No me despertaré temprano al menos que esté obligada a hacerlo. Odio los despertadores. Tampoco trabajaré demasiado. Odio las obligaciones. Me gustará perder el tiempo, el mío y el tuyo. Tendré secretos que jamás habrás de imaginar y los guardaré celosamente para mi hasta el día de mi muerte, en el arcón de los recuerdos interrumpidos. No sabré aplicar los buenos consejos que le doy a los demás en mi propia vida. Te despertaré si roncás mucho de un codazo. Eso sí, jamás te sacaré las sábanas, tendré la piedad de taparte si te veo destapado.
Te contaré hasta cansarte todo lo que hice por los dos y todo lo que no hiciste por mi. Seré insoportable y tendrás ganas de samarrearme para que entre en razón. Pero te seguiré buscando hasta que explotes. No te contestaré los mensajes y no atenderé el teléfono si no me da la gana. Te pediré que hagas por mi lo que yo no hago por vos ni por nadie. Me fumaré a solas aquello que guardaste para compatir conmigo. Seré cara rota, cara dura. Impulsiva. Inconsciente. Correré riesgos innecesarios.
Haré de los procedimientos sencillos, procedimientos complicados porque tengo los cables cruzados y escaso sentido común y poco sentido de la ubicación. Contaré aquello que me pediste que no dijera delante de todo el mundo. No tengo registro del otro. Por eso me llevo puestos personas y objetos y tengo moretones y lastimaduras por doquier. Cometeré actos imprudentes pensando que puedo con todo para darme cuenta cuando ya me haya chocado contra la pared del frente y sea muy tarde para volver atrás.
Esperaré que adivines mis estados de ánimo y mis necesidades. Y si no lo hacés, te trataré como a un extraño desconsiderado. Te insultaré y te faltaré el respeto. Diré palabrotas. Eructaré. Y seré mal educada. Cancelaré planes a último momento. No cumpliré con mi palabra. Olvidaré lo que me pediste especialmente que recordara.
Si no puedo dormir, tampoco te dejaré dormir a vos. Te absorveré como una sanguijuela. Seré demandante, querulante y querellante. Nadie mejor que yo para aplicar la justicia y la objetividad desapegada. Me pondré en contra tuyo cuando necesites que te comprenda. Concibo que de esa manera te hago un bien, aunque todos necesitemos de vez en cuando una palmadita en la espalda, un no te preocupes que va a estar todo bien. Te contaré mis sueños cuando me despierte y te quemaré la cabeza con mis preocupaciones. Impondré mi programa de radio preferido a tu rutina. Impondré mi música y mi gusto estético. Impondré desprolijidad pero aportaré mucha energía.
Huiré de los mandatos, de las obligaciones, de las necesidades, de las responsabilidades, de las formalidades. Me evado y me desentiendo con facilidad de lo que me corresponde. Puedo sobrevivir a arroz y agua y sin salir de casa por días. Me bañaré cuando me de la gana. Descuidaré el fuego que puse a cocinar y arruinaré la vajilla, la comida y un potencial buen momento. Si tomo mucho y estoy demasiado efusiva, vomitaré el etílico y necesitaré que me ayudes con un balde y con el enchastre. Al rato estaré como nueva.
Me encerraré en mi hermetismo por algún tiempo hasta que haya dado con la respuesta que estoy buscando. Haré intervenciones provocativas justo donde más te duela si estoy vengativa. Opinaré de todo, hasta de lo que no me corresponde y seré hipócrita y desmedida. Veo y hablo, pero casi no escucho.
Y de este tratado de la deshumanidad que me habita, sólo puedo concluir que de la contradicción vengo y de la contradicción no me abstengo -no lo he logrado aún. Mientras tanto, hombres trabajando.


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