jueves, 18 de agosto de 2011

la disolusión

hay dos finales pendientes. siento que si no quiero no puedo seguir avanzando. como las crónicas visitas del colón irritable. hubo un noviembre que intentó ser hasta marzo, pero se pospuso para febrero. y así llegué desde las montañas para internarme en los subways submarinos de esta gris ciudad entre orugas amarillentas de pasajeros impacientes del qué-tedio. y en uno de esos sueños, uno se pensó envenenado de brujerías. qué boludo! lo dejo a tu criterio paranoide vecino. aquí se tallan cuerpos y esencias. ese es mi trabajo. yo no quise pero quise varias veces y no me resultó la receta. así que cuando te encontré entre la gente de aquel domingo, sentí que era justo pasar a visitarte. y así te conté del porqué y del para qué de todas esas cosas que quise decirte antes. contemplé la desintegración que nos había separado y nos fuimos de paseo. porqué dudarlo si te conocía de antes? no pude suprimir sentirme inequívoca y esquizofrénica al mismo tiempo. lo trash quedó en el tiempo. la certeza de lo que quedó había resucitado con las mismas preguntas de antes. alas cuales por el momento no encuentro den respuestas. porque esperar respuestas es suspenderse en el tiempo. y la vez pasada aprendí a suspender el suspenso. si me quedo quieta entonces, es porque debo procesar dos finales. porque una convivencia frustrada, porque un enamoramiento que aún persiste, y una sola convicción rescatada, un ideal fucking ideal que a veces me deja muda y estupefacta. mudanza tras mudanza. tarada como una pared de madera que se descompone con la hunedad hecha musgo que le deja el mar cada vez que visita sus orillas. cómo se gasta esa pared hasta desintegrarse en el mar alegre, sereno. y le vinieron las cosquillas. le comieron las costillas. horripilante, tengo que dar dos finales dos. estructura y teoría. macana y memoria. el tiempo destruye el tiempo diluye el tiempo.

desilusión

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