viernes, 23 de julio de 2010

letra por letra


La justicia en la china antigua era signo de profunda compasión y entendimiento del próximo: "Camina con mis zapatos un tramo y recién allí, a dónde hayas arribado , sabiamente, juzga mis actos".
En la cima de la montaña había un calzado viejo y roto que guardaba un guardián. Debía quitarse uno, las astillas del camino maltrecho, derramar la sangre que acunaban las espinas, salvar con saliva y savia de corteza noble, las llagas. Y hacer ámbar del dolor. Por último, recorrer las uñas envejecidas por el tiempo y el hastío. Exhalaría uno, el aliento que comienza en el inicio final y prometería su Destino de una puntada al corazón.
era momento de calzar piez y sapatos.
el pez por la boca moría.
Desató ese encantamiento lo que pronunció: el nudo que hacía sugestionar su camino. Le dio apertura al pecho ese acto y desnudó el fantasma -ahora lúmen en la oscuridad-: el hilo y la aguja una aleación de sentido, atma आत्मन् , resolución. Quién suponía de imanes y de electricidad saboreo, suppo, el alimento primordial .
Volaban. Cayeron. Invención.
enlace Borromeo.
Un robo anunciado.
Esas palabras - y no otras- cedieron la cascada. Luego, un arroyo. La conexión de las aguas. El manto de esas aguas puso piedad sobre los cuerpos. Hubo Prudencia. Paños fríos -daños, años- al enojo que desteñían los ojos verdes. Iba la verdad encadenada al calor que enciende los abrazos conjugales. Aliento sobre aliento. Te doy la palabra que me pide tu corazón: gracia, risa divina, conmoción. Voy al salto de la montaña. Caigo al valle del vacío... aladelta... ala alpha betha gamma . . .
Soñaban el futuro de un mundo feliz y recordé el porvenir que prometía un pasado de convivencia.
allá,
la Justicia es a la Letra.