viernes, 30 de julio de 2010

sapo


Eran metáforas las del cuento. Me había interesado la siguiente idea y exploraba en función de esto. Había encontrado unas alas que miraban el cielo y creían que estaban volando. Me las quise probar por un rato para entender lo que era estar en otro lugar distinto del de siempre. En otro tiempo simultáneo qu eno expliqué, pero quería responder. Falta una parte del tratado. Intácita. Porqué permitirían que la vida fuera sin respuestas de incertidumbre. Sugería eso mi tratado de titanes y gitanos. Amigablemente, me recordaron que sucedía una trama inexplicable. Que rodeara el borde del abismo sugiriendo el vacío de coherencia que conecta muchos vientos atados como barriletes encallados, enlazando muchos mundos. De la llama se dispersan los humos a la galaxia, me dijeron, soplando al oído, susurrarás alientos que encarnados serán una montaña de restos devastados en conjunto conjuro. Pero aún así seguía sin intentar la exploración que tanto me ufanaba de encontrar. Parece la conversación de los inconscientes. Resuenan en partidos opuestos. Cómo encontrar un hilo conductor, una cinta manifiesta. Qué extraña idea. Me sentí un bicho y un loro. Un mal bicho o ave de mal aguero, croando. Después, me sobrevino la idea del párpado de loro resecado en la piel del eczema. Recordé que los reptiles podrían haber reaccionado al enojo implícito. Esas fotos me recordaron la imagen que tanto me azotaba de remordimiento. El recuerdo tenía que quedar en la montaña, elevado a lo que significó el desencuentro. Si tan solo pudiera sacar las expectativas que se montaron al presente... Porqué no proseguir la idea de perfeccionar estilo y creación. Nada asegura que el paso por las letras me acerque más que a intereses revolucionarios. Asegurar la decisíón y cumplir con la promesa realizada hace diez años atrás. La semiótica, la semiología, la filología, la neurolinguística. El sistema. Pero empezando por la cuestión de las máquinas que sorteban tesoros. A ésto, historizar la existencia aseguró que el título se convierta en praxis de la luna esplendorosa de esa noche. El apogeo de las aguas universales.
Encontré el tranquilo trayecto durante la mañana. Tomé un tren hacia la tarde en el mejor lugar que uno puede reencontrársela, el Oeste. Visita del silencio y los pájaros y el pasto y la gente jugando con los perros y bicicletas. Extrañé la tarde en mi tierra horario. Y no quiero ir a donde todos van. En el camino, la pintura desde el trabajo de ese autor y algunas conjeturas particulares. Cuando reencontré la tarde, porque las conexiones son tan complejas. Acompañar es presagiar la dicha. La soledad duerme en camas compartidas. Es una máquina que anda sola porque el invisible dirige la trama y sin embargo, anda sin agente si fuera necesario. Transmitir ese agujero es peligroso e indescifrable. Quedarse atrapado en el traspié de la trama sin conducir a ningún lado los esfuerzos, dispersando la atención de la memoria. No existe. Existió y ya no vuelve. Quedará por siempre. Tentado de consagrarse en su olvido. Lo ha logrado.

1 comentario:

thiso dijo...

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