lunes, 30 de agosto de 2010

tiempo errático de palabras perpetuas disueltas


cómo, era para sugerir el procedimiento. hacía alusión a la histriónica frutilla rosa posada en la maceta de caños verdes. las habitaciones de compañía tenían un pasillo a las fuentes de madre selva y cómo no había un portón, se colaba por la puerta encadenada al gris suplicio. no había enredaderas. había plantas marchitas por la demasiada lluvia de la remera fluorescente que había de caricaturizarse con flores de neón. arriba. el cuerpo. el cuarto. la instalación de encendedores sin gas metano líquido. el vampiro muerto como un mormón y pálido le decía que no y que sí que no y que sí y la chica le suspiraba bien cerca para volarle el flechillo, sus facciones deseantes. así el aliento se volvía a empañar. afuera la nieve y la carpa del lobo con cara de chino nacido en holanda. la cargaba en sus brazos por el bosque y venían volando los brujos. pasaba la noche a solas. tejía los escarpines para adultos. la lana era roja: dos ovillos grandes como tambores en tetas. oyó las sirenas en férrea conmovedora lucha, lentas notas del piano en ruso que era trágico y contundente. luego otro avión. y las piezas del hotel en donde los recuerdos de otras almas seguían a sus dueños. se había sedimentado el transfer de tanto contrabandismo. corría riesgo. volver a la máquina para implantarse otra memoria con sedimentos de otras memorias. el pastiche era muy denso. el actor se escurría por las mañanas cuando hay todavía silencio de vigilia. porque era un pueblo de pescadores. el muelle traía a las gaviotas. también, la llorona que digería el canto engullido de niños que no se quisieron lo suficiente. vino el repaso. a rastras traía los restos otros a condensarse en sano equilibrio. había otra instalación en el sueño que era un blister de pastillas conforme a un diván con la manta cubriendo al objeto de esa analización. eligió esa imagen de amiga distante que le dijo un mensaje que se hizo esfumar al despertar con el breve estupor de las mañanas y su mal aliento. estaba cansada del trajín de las semanas que emanaban posibilidades. seguía pasando por la feria por si encontraba algún rostro familiar que reconociera. repetía todos los días ese hábito mental de las calles pero ahora prefería tomarse el colectivo para llegar justo a tiempo para estar tarde. algunas veces, organizaba el kilombo de cada mañana, hacer y deshacer las sábanas. preparar el delantal con los discos y las monedas. tal vez era la bufanda violeta. el talle del culo le quedaba justo al pantalón, casi chorreando sus costados. cuando llegaban las luces que están colgadas de la autopista era momento de tocar la bocina porque iba a interrumpir si tenía un mal día, el verde menta de los semáforos coordinados. sacudía la pandereta, el tic tac del reloj a destiempo. caminaba con el boldo en el mate por esa feria, otro día. sonando, soñaba que resaltaba el primero de esos cuentos que ya extrañaba. cuándo la abandonaría esa pena que tuerce el camino. cuándo. no tenía más palabras que cansancio. le parecía sensato lo que decía la voz de la sala pero no había terminado de corregir los apuntes con las bolsas de cebollas y ajíes mientras cayó y ya leían el párrafo de ese personaje indignados por la interrupción. las voces, que hiciera un pacto. un pacto consigo misma. porqué no terminar de perder las opacadas piedras que la mantenían atada a los materiales pasados. sí. y dejarse caer, finalmente, caer. pensaba entre tiempos que tendría que haberse cuidado del karma, de eso. usar el método de aquella época. sin embargo, esto acontencía más allá de su voluntad. era hablada y sin razón, necesitaba con las herramientas de las que disponía, hacer algo, ni siquiera planteado en términos de propuesta. era su manifestación anquilosada en aquella inconsistencia que para su tranquilidad no cuestionable aún por los teóricos, sólo pura necedad. algunos caminos seguían perpetuando aquel misterio y la desaparición próxima de aquellos lugares que estaban siendo reconstruidos en la ciudad. monstruosos riesgos. tendría que haberse cuidado de su karma. ya no era la misma.

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