martes, 17 de agosto de 2010

phantasme

Alguien toca la puerta. No espero a nadie. Decido no atender. Vuelven a insistir con la violencia de la imposición, o sea, violentada, atiendo de mala gana y me adelanto a las palabras del intruso. Sin querer escuchar le grito por el portero: no quiero nada, no espero a nadie. Lárguese y deje de perder mi tiempo y el suyo. Para mi sorpresa escucho una voz que conozco. Que conozco muy bien. Lola, soy yo. Andaba por acá y decidí hacerte una visita. Pasaron años desde la última vez que nos vimos y no consigo olvidarte desde entonces. El corazón me late a mil por hora. Quiere salirse de mi pecho a través de la voz. En lugar de accionar, me quedo helada. Estática. Avergonzada del maltrato gratuito. Es él. Lo sé. Lo estuve esperando por años. Yo tampoco he logrado olvidarlo.

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