jueves, 24 de febrero de 2011

soy libre soy bueno y puedo querer

yo ahora escucho a jairo cantando la música del atahualpa, pero no tengo la confianza de llamarlo así, porque recién nos conocemos. algo se ilumina de pronto y comienzo a vibrar la sangre con su sangre, porque siento sangre indígena y sangre indigente en mis venas. gran poesía sobre todo, cuando las cosas son puras y consecuentes con sus llamados interiores. pero la llama, la llama se lleva o no se lleva. el llamado a la vocación, como le llaman a esa palabra que viene de la voz interior. se parece a algo espiritual porque involucra una misión necesaria. para qué estás en esta tierra, en este mundo. deseo se llama cuando es implacable e inaplazable.
disponerse a aquella idea, como el sagitario que apunta con la flecha a sus altos ideales para dar en el centro. resuenan las campanas, los cascabeles, los rascacielos, retumban las palmas, aplaude la lluvia. y si le querés dar cumbia, le das para adelante.
a la chacarera se ha dicho. palmeas la frente y los techos y los pisos y los árboles retumban. te imaginas ese ombú especial de aquel lugar en el desierto. porque tenía un aire a palo borracho. pero era santo, como la santa que habían esculpidos esos personajes del cartel. tenía una leve panza de embarazo virgen. y una iguana tatuada el costado por detrás de las caderas. estaba volando. las manos extendidas como abrazando al aire.
me volví fanática del agua. sobre todo cuando le ponés una ramita de menta o una hojita de coca o la albahaca que tengo en el frente de la fachada.
todo esto es venderte un producto que no está prefabricado. más bien se fue petrificando en el correr de los años. pongamos otra vez la escultura como ejemplo y la obra de artesanía que se realiza trabajosamente y tarda tiempo todo esto. pero qué le vamos a hacer, otra vez le doy la razón al atahualpa. tira el caballo pa´delante y el alma tira pa´tras. y la pena que se llama la añera se torna un callo al que te acostumbras. parte del paisaje. la crucecita que te hace compañía todo el tiempo que vivís. y estoy convencida de que esto es un largo viaje. podemos ponerle nombre de odisea, que sea pero sin odio. o podemos decirle la travesía, porque hay que atravesar el camino. y a través del camino la jornada del día a día.
por eso lo siento tan cerca, porque mi sangre viene de los caballos que arriaron destinos. y porque siento que he cruzado muchos ríos y aún me río. es más, me río con más fuerza aún.
es que en alguna parte de la habitación se esconde al alma nómade.
en eso seremos parecidos los peregrinos. cuando pienso en por ejemplo las elecciones de vida que hacemos los humanos, me gustaría decir de mi, que la experiencia me moviliza. pero no se produce más que sucesivas transformaciones de las cuales muy pocas podrán arriarse a destino. entonces la madurez elige que quiere seguir puliendo algún objeto -it- un puro real, la verdad última, la ilusión múltiple de los espejos que encierran al vacío para ser contemplados en su dimensión plural.
clarice lispector me está enseñando aguas vivas que escriben algunos pintores por aquellos tiempos.

¿es acaso puro el semblante?

porque la sonrisa acalla cierto goce de debilidad.
pero no me atrevo a acusar recibo
es que en realidad la simpleza me enseña tanto que quiero volver a verla.
y es que en realidad siempre hablo de caretas y de máscaras
he aprendido de mi falsa persona tanto
que convivimos en un desdoblamiento sutil y entreverado.

le había dicho a la sombra, que la esperaba en frente. todos los días debo enfrentarme a ella. trato de contrarestar la cita encontrando situaciones de creación frecuente.
aprendí en el campo que se trabaja de sol a sol. pero el trabajo es como una especie de bondad del alma que transforma la realidad constantemente. no necesariamente da dinero las veinticuatro horas, pero es placentero llevar cada actividad a cabo.
el empleo es meterse en esa locura de los días y las noches. y el despertador quizás y levantarse a la misma hora casi todos los días, pero aún así, varía de día en día.
en algún momento hay que tomar el subtesuelo. meterse entre la gente, deshojar libros y miradas, bostezar mucho. atravesar la encrucijada de las combinaciones que tienen distintos colores, a mi toca el violeta de esa combinación. cb. bc.
en fin.

se acabó la música.

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