sábado, 21 de abril de 2007

Paredes Paralelas

El ritual. Oh si...lo olvidaba: describir todo lo que me contacta con mis sentidos alrededor de este metro cuadrado. Habitación de la casa en la que vivo a los 25 años. Escucho los malditos bondis que hacen ruido inclusive de noche, los autos que arrancan porque vivo cerca de una esquina, enfrente de una plaza; por suerte veo algo de verde por la ventana y se escuchan los charcos marchitos y el frío inminente de esta época del año. A pesar de que hace frío y de que se escuchan los autos pasar, escucho también The Dark Side of the Moon y me refugio en mi refugio nocturno, en los humos amargos y dulces de la comunicación y de la introspección respectivamente. Los ruidos me irritan. La noche me calma mayormente porque mañana no me tengo que levantar temprano. Oigo los quejidos superyoicos de mi hermana en el piso de arriba y escucho el tecleo contínuo pero no fluído, casi siempre con errores y apegos de ir atrás para corregir lo que todavía no llegó. Ah...esta música me inspira, se me torna propia y justa a mi color. Es mi pequeña ilusión. El escenario lo monto yo, a mi imagen y semejanza, con lo que tengo a mi alcance, con lo que soy y con lo que me gusta jugar a ser cuando estoy a solas. Este ritual está plagado de egos y me da satisfacciones. Poder armar mi propia película casera. Tal vez no tenga demasiado para decir, desde mi pequeño lugar terrícola y ridículo, y tal vez este cinismo que aparece para criticarme cuando hago lo que me gusta no sea lo suficientemente fuerte como para desilusionarme por completo de este pequeño juego que juego en mi intimidad. Es una forma de defenderme no sé de qué por si me critica no sé quien. Tal vez el SuperYo de arriba. De todos modos no me interesa demasiado más de lo que lo que le dedico a describir, tal vez sean una líneas. No mucho más. Cierro la persiana, la luz de la plaza está demasiado fuerte para mi escena. También debo apagar la luz de mi velador, junto a mi cama. Hace frío y aproximo el libro de tapa roja que me prestó mi amiga embarazada. Creo que es libro me hará bien; ella sabe percibir a la gente. Y yo sé valorarla. Quizás sea para aproximarme a algo que sé que es mi tarea en esta vida, traigo a colación el tema de los nodos, como determinaciones kármicas del pasado que juegan un opuesto en el presente. Tal vez sea el nodo Leo I / Acuario VII y cito mi lectura de alguna vez: mis asociaciones pasadas son el karma que arrastro, el tema de centrarme en los demás, en sus historias, en sus vidas, para perder mi identidad, cuestión que debo desarrollar en esta vida, pues mi identidad propia. Pero acaso no me canso hasta a mi misma y a la gente que me escucha y me quiere con mis propios mambos, acaso no destino casi todas mis actividades a conocerme con ese frenético ardor de quien se confunde con otros o no tiene suficientemente conocimiento de sí mismo o pide a gritos que los demás lo definan. Tal vez sea este narcisismo pelotudo que irrita lo que encapsula en el cuento de nunca acabar de los laberintos de la mente. Mi mente, idas y vueltas, ideas pensamientos que se relacionan entre sí a veces con curso forzoso, otras veces con curso azaroso. Y me dejo ir de a poco con las limitaciones que tienen mis manos, que tienen mis pensamientos; saturno los traba, los mide, los analiza, los corretea hasta cansarlos. Paro dos segundo, pito el cigarrillo que me espera en el cenicero y todo me resulta falso. Y nada tiene sentido y todo es un juicio en el que me hayo culpable de tales crímenes morales. Y se me cruza Freud y El Malestar en la Cultura, y el apocalipsis inminente de este mundo absurdo. Tendrá algún sentido? Tiene algún sentido acaso lo que estoy haciendo? Necesito tener fé, necesito creer, sino es una batalla contínua de palabras. No logro desanimarme del todo, en el fondo soy una persona fuerte, que resiste el dolor y lo atraviesa y no teme seguir adelante. Es que la intensidad no me da miedo. Hay algo más que me guía. Aunque todo parezca no tener sentido para mi, sé que más tarde me sentiré mejor y habré ganado otra batalla. Lo sé, lo ví, lo aprendí. No logro desenmarañar el intricado plot de enganche. Los sentimientos yacen aún despiertos, se convocan a si mismos.
Triste y solitaria noche.
Ïntimamente fría.
Iré olvidando como las olas se van olvidando de su movimiento, paulatinamente. Y algo me dice, y me despierta, y al fín funciona la esperanza, esto lo debes vivir, atravesar. Es lo que te toca por tus decisiones más prontas y más lejanas. Mujer: esto es lo que es. Pruebas duras si las hay, te han tocado juntas. Duras en la relatividad de tu historia como ser humano, no me voy a sentir culpable por lo que me toca si es menos que lo que le toca al envidioso vecino. Tú de aquí saldrás fortalecida. No le pertenecés a nadie, solo a ti misma. Es la autoconservación humana irónicamente vivida a través del amor. O sería al revés: es lo irónico del amor en términos humanos. Es lo irónico de la cultura, de la sociedad que limita nuestra felicidad errática, contínua de la satisfacción de las pulsiones contínuas. Si nos rigiera ad eternum el principio del placer, viviríamos en un eterno nirvana, pero acaso parece espeluznante cuando menos siniestro cuando debemos ser seres vivientes en esta tierra, en estas tres dimensiones. Asusta de solo pensarlo, pero sé que hay otras realidades paralelas, o no sé nada y esa incertidumbre es lo que me agobia casi siempre. Es que en esta realidad estamos condenados a vivir entre paredes. Acostumbrados a que nuestra visión de humanos se limite a tres dimensiones.