viernes, 24 de abril de 2009

hungry heart

La pregunta suena patética, ahí va: ¿qué tenemos que hacer para que nos quieran?
La primera respuesta de manual de autoayuda que sale a la vista por su simple verdad es, pues querernos a nosotros mismos. ¿no?
Un ser sensato diría tal cosa, un ser sensato y con una autoestima normalmente regulada por su propio criterio. Un ser independiente del criterio de otro y quizás en un pricipio dependiente de sus padres o familiares que le habrían repetido de pequeñito, qué bonito que es ese nene. qué preciosa que esta nena. Esto acompañado de un lenguaje corporal que acompañe el mensaje, o sea cariñosidad parental por doble vía, la palabra y el cuerpo. Y coherencia. Y estabilidad. Y continuidad en el mensaje. Esto habría hecho que el ser incorpore este mensaje hasta hacerlo propio. Creérselo y crearlo como una realidad de si, indiscutible.
Según algunos expertos esto lo pueden imaginar así: imaginen que la palabra y el gesto carga o descarga sobre el otro alguna cualidad, pongámosle libido. una capa amorosa que cubriría al ser viviente. o en el caso opuesto, descubriría al ser viviente haciéndole sentir verguenza de sí mismo, indignidad.
Retomo la pregunta inicial, la pregunta que los carentes de amor propio se formulan más a menudo. Y procedo a hacer un inventario de sugerencias: tenemos que sonreir, reir, y gemir. tenemos que dejar en paz al otro, esto es a pesar de las tentaciones de molestones que tengamos, tenemos que abstenernos de muchas cosas, entre ellas de llamar, de pedir, de exigir, de llamar, de pedir, de exigir, de reclamar, de reprochar, de reprender, de juzgar, de interrumpir, de interrumpir, de invadir, de cuestionar, de preguntar, de molestar. tenemos que tener una alta dosis de amor propio y una baja dosis de egoísmo. tenemos que escuchar antes de reaccionar. de modificar el sentimiento que no se expresa por una explicación sensata de lo que sentimos. tenemos que reirnos de nosotros mismos, tenemos que reirnos con el otro, tenemos que hacernos burla, tenemos que tomarnos menos en serio. tenemos que pensarlo dos veces antes de decir alguna sandez. sobre todo tenemos que dejar de preguntar si nos quieren, si nos extrañan, si nos necesitan. lo mejor de todo es desaparecer del mercado. desaparecer de la respuesta usual a la que el otro está acostumbrado. lo mejor de todo es la ausencia porque la ausencia pone en juego la verdadera dimensión de los sentimientos. y esto no es estratégimente especular, porque en la especulación, la estrategia dura lo que la memoria inmediata. sino comprendimos el punto de base, estamos fritos. si nos hemos acostumbrado a malas relaciones, también, aunque cada roto tiene su descocido.
es muy fácil deducir si somos o no correspondidos. son las ganas. las ganas lo dicen todo. las ganas mueven montañas. las desganas dejan morir las plantas.

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