jueves, 24 de marzo de 2011

rescatando al es pantano

De qué me sirena el tiemblo cuando espanto el tiempo

Hay un café viejo con madera vieja con olor a viejo con colores viejos con sonido a viejo vajilla cuchillito del malevo entristecido sopapeado por la vida huérfana deme dos tragos blancos bien fuertes que quemen mi garganta que quiero quebrarme aquí cuchillito que no corta dele dos hielos al vaso dele que quiero entristecerme en el vaso mientras nado en whisky mientras mi tiempo tu tiempo el tiempo de la ansiedad me venga a carcomer los pulmones quiero ahogarme agotarme en el último trago mientras me pienso abandonado temido odiado dejado mientras me siento soplado por la muerte a mis espaldas.

Quiero pensar sin arribar a ningún destino pensarme desarmado desalmado desordenado desprejuiciado sepultado mientras te espero que me vengas a buscar te espero que me vengas a buscar yo soy la reventada de las medias carcomidas ya no como más que cigarrillos y música psicodélica escenario delicioso de mortuorio escenario delicioso de los pecados perdidos en la pelea del boxeador rendido.

Escupo mi saliva la vereda la traga yo escupo mierda viene el auto le pienso que se apure este hipotético hijo de puta que no doble sin antes dejarme cruzar que me pise que me pise o lo piso yo con mis sandalias de sócrates. Me fui a la plaza. Le escuché al pajarito su alegría. Ví los pibes corriendo que me agotaron. Ví. Me ví entumecida en esta charla constante que no lleva a ningún lugar nuevo pero que esperanzas no le faltan porque la incertidumbre es cosa de filósofos empedernidos. Lazy so lazy. Crazy so crazy shine crazy diamond.

Almendra sonaba parecida a esa música que tanto me gusta. Almendra no, pescado rabioso, en uno sólo de sus discos mi preferido de nombre de poeta. Corto y conciso. Al plato. Estoy furiosa. Enfurecida. Ave rapaz me siento capaz de cualquier crimen endiablado. Porque hoy me rompiste el esquema con todo tu tinte de superación esclarecida conciente de haber pecado si el otro no está mal estoy mal yo. Nos vamos turnando. Matando de a ratos. Es la adrenalina del deseo. Pura adrenalina del deseo.

Qué pretendés escuchar. Qué querías escuchar de mi lado. Qué versión te imaginabas. Que me ibas a ver rota totalmente enloquecida como los llamados por la madrugada. Enfurecida te dije. Sospechosamente encadenando las palabras a su puerto de pecadores. Tiraste un ancla, te tiraste a varias ahora soy yo la que se queme por dentro de celos pero no lograrás correrme de mi centro. Mi centro, aquel que planté desde que tomé una decisión sanamente madura. Y me volví de quebracho. Y me quebraste la voluntad. Eso era lo que pretendías. Tenías que quebrarme con tu aura de moral hipócrita. La culpa se había corrido de protagonista. Temple no me faltó para tomar la revancha, pero la revancha no me interesa. Porque mi auténtica conexión no quiere ponerse una máscara porque soy incorregible pero perfeccionable.

Todo el escenario se va corriendo de lugar y ya no conozco a los participantes porque perdí a los protagonistas de antaño. Te gritaría una puteada bien ensalivada en alemán. Bien escupida mi puteada. Que mi desorden te extrañe. Que mi alegoría se vuelva de metal y huesos. Como una pierna ortopédica que me pueda sacar y poner cuando se me antoje. Cojeando como un perro viejo.

Yo decido esconderme y meditar esta tristeza hasta molerla. Molerla a palos no funciona. Pensé mejor en modelarla. Pensé en muchas alternativas. Quería el esplendor del bronce que brilla cuando lo lustran pero se apaga cuando lo descuidan en su apática conformidad. Tracé un camino capital hacia mi lugar de descanso. Esa tierra vendría a traerme la sorpresa que ayer no pudo despegar. Tomaría el disco que me prometiste y nunca me regalaste. Ese disco rayado de siempre. Lo haría trizas. Lo colgaría del ventilador para que se refresque y se destruya. Porque hoy solo quiero estar cerca de la destrucción. No le encuentro la palabra correcta. No le encuentro el motivo más que motivos del egoísmo humano. Es el desquite típico del que se siente estafado y dolorido. Del que la juega de víctima mientras acelera los precoces procesos. Yo era la enzima del desastre. Yo no le temí al desastre porque intuí que me llevaría a un lugar mejor.

Toda esa fachada de la voz clarificada me la tragué. Completa. Desde cuándo hay que creerle al otro si ya no me creo a mi misma. Eso cayó entonces. Decidí apagar el artefacto de la confesión. Decidí alejarme del rastrillaje que no homenajea más que chantajea a su presa. Esas tácticas de antaño resultaron aplicables y convencieron al contrincante. Mejor tragar saliva y tragar palabras. Mejor revolearte el respeto a la mierda. Andá a cagar. Dejame de joder.

Querés redimirte, contarme que me vaya bonito. Qué te interesa. Qué querés controlar. Querés sentirte mejor persona pero sólo te importa eso, entonces sólo es una cuestión de egos. Veneno para hormigas como yo. Que no están a la altura de las circunstancias.

Pensé en ir a regalarme a mis anchas, pero para qué. De qué me serviría si ya probé el veneno de la venganza. Si ya me intoxiqué de destrucción. Para qué empacharme de consecuencias que no estoy dispuesta a cargar a mis deudas pasadas. Cierre la cuenta acá. No le agregue más números a la cuenta. Uno más uno es igual a uno. Uno por uno es igual a un millón. Me retiro del juego. Cara de póker. Alegría que viene directo del estómago. Hace cuánto no te reías así de profundo así de profundos tus cristales brillaban aún más que hace un tiempo atrás.

Vendrá a encontrarme cuando la cesárea extirpe a la ansiedad. Vendrá a encontrarme porque lo inolvidable busca siempre su media mitad de verdad. Lo inolvidable encuentra canal por donde diluir el dolor y hacer correr las aguas. De un espantano espanto estrepitoso el caudal de su risa. Atrae a su alrededor magnéticas partículas de seducción desparramando alegría y amor. Un remolino de seducción que genera cosquillas y movimiento a su alrededor. Quise correr el riesgo. No me confronto con la realidad porque la realidad me ha confrontado antes. Ya no me conformo. Sigo olvidándome de vos cada vez que te recuerdo y algún salitre me purifica los ojos.

No hay comentarios.: