sábado, 23 de agosto de 2008

angeluz angelumno



Angeloz era un político de la época primera de la Demoskracia que me tocó en la memoria, o tal vez la marca del algún juguete de esa época, los angelosos. Cursi como algunas de esas palabras melocotonosas, cursi como ella sola la palabra condensada de la entrada posteada. Pero qué pasa, pues refleja algo de esta imaginería, la última que hice. Parecen dos personajes porque son de materia distinta, una en trazos más densos, robustez que se escapa del margen, la otra etérea tiene un hilo trazo que la agarra por la espalda. Entre ambas un escudo, que no decido si hace de protección o de comunión. Una vuela hasta ahí, hasta donde se lo permite el cordón violeta. El otro salta, se escurre. De dónde nace el cordón que la sostiene a la vez que le da correa hasta ahí nomás hay una nube densa que luego se va esfumando en lluvia empelotonada. La densidad también bordea el sexo y es la consistencia del otro personaje en cuestión. También el hilo-cordón puede ser una lanza atravezada, algo que carga tras de si. Historias pasadas clavadas en el plexo solar. La bendice la luz que la rodea, la luz de su andar suspendido. Entonces, de esto se trata trasmutar. O mejor dicho, esto que se trata de trasmutar con las herramientas que cada uno tiene para obrar. Aquello que no se ve claramente hasta que se lo saca de si y se lo puede ver a distancia metafóricamente. Por suerte las metáforas nos permiten ser un poco libres de albedrío, porque condensan algo que no se acaba por expresar en palabras, sí en imágenes y otros recursos sensoriales corridos del lógica comunacha de los machosmenos, aquellos que quieren encastrar todo en una lógica unaria totalitaria dictatorial. "yo la tengo, la tengo más grande que todos, soy un piola bárbaro, yo soy el cetro y el falo y lo otro que no se adscribe a mi ley total está fuera del sistema". Pues los místicos, LAs mujeres, los psicóticos y algún que otro marginal manejamos un sentido Otro incuantificable. La mujer de dios que siente la buenaventura en todo su ser lo sabe perfectamente. De eso no dice más que mutis. De eso, silencio sagrado. (éxtasis)


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