viernes, 26 de diciembre de 2008

ensayistas

En este mundo hay several personajes. Uno a uno, los fui escuchando por turnos hablar. En algunos casos pude discernir sus voces cuando me dediqué a escuchar que tenían para decir. Como escribí hace un año, en el caso de Marguerite, se trataba de una sesión médium y sigo sosteniendo aquellos decires. No hay mejor manera de libertad que desprenderse de cada uno de ellos para que sigan su rumbo. Les pondría un nombre y desarrollaría su motivo. Y poco a poco iría encontrando el hueso desnudo de mi motivo ser. Ahora necesito comer más palabras, digerirlas y metabolizarlas para intentar aproximarme a sentidos cada vez más ajustados de lo que hay para expresar, aún sabiendo que en última instancia el silencio hablará por si solo. También necesito aprender métodos además del mediúmnico que me permitan como toda herramienta del régimen comunicacional, tallar en la madera del paladar algún idioma alternativo que salga a través de los tendones de mis manos y hacia el teclado como el espejo de la hoja en blanco aún no percudida por el lenguaje y por el tiempo que lo condena. Nací con demasiadas preguntas y hallé algunas respuestas provisorias. Somos ensayistas en esta vida y lidiamos con la inmediatez de los sentidos que arman alguna realidad coherente que termina de cerrar en el cerebro, justo cuando recién comienza la pregunta, ves acaso lo mismo que yo? y casi pero no lo mismo. algo parecido en donde ponernos de acuerdo temporariamente.
Durante el paseo a con ciencia había carteles clarísimos que rezaban Los sentidos nos engañan. Empezando por el sentido de la visión, el más engañoso de todos y el más desarrollado por nosotros los humanos. Por eso acudir a las sustancias que distorsionen esa visión nos deja un crack mental por donde se comienza a ver que el piso se abre a nuestros pies y ya no hay nada seguro de lo que creíamos antes para aferrarnos. Respecto del oído cuantas veces los malos entendidos nos lo demuestran, y cuando somos paranoicos esto lo podemos comprobar muy bien. Las orejas perseguidas entienden siempre una injuria que viene del otro lado, la creemos y desde allí algo que podría ser un mensaje amorosísimo lo hemos cachado como aquello que en realidad esperabamos recibir, una cachetada de sentido que nos deja desprotegidos ante la impertinencia del otro. ¿Qué me quisiste decir con eso que me dijiste? el tacto puede ser más certero, el gusto y el olfato están arraigados a la supervivencia, no nos engañan más solo preservan la especie desde los tiempos de ñaupa and even before that. Pero en sí son un sistema decodificador arreglado para corresponder con el planeta tierra, con lo que llamamos realidad aquí mismo. ¿Y qué hacemos con este conocimiento? La mayor parte del tiempo la vivimos así como se presenta.

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