jueves, 26 de febrero de 2009

secret time tense

there is a time borrowed from heaven.
there is a time played by hell.
there is a time when you can´t explain.
and there is a time for explanations itself.

time of suspicious thoughts
time to spoke the plain truth
time of the worse regrets
time for the best regards

time to let go
time to keep on doing
time to forget
time to forgive
time to put to rest
time to wake up from deleted ilussions



No me ayuda la radio disco para inspirar algún engranaje de realidad. Allí todo es girar en la pista bajo la luz de la bola de cristal, creyendo ser superhéroes o supermodels. Nada más artificial que la alegría en grajeas y sin embargo, una sustancia que coloque bien la autoestima -hacia arriba del ego- genera la admiración de los fanáticos buscadores de reconocimiento. ¿y qué? Se te cae la estantería encima apenas llegás a tu casa, te sacás los zapatos, la camisa de broderie, la pollera sintética, las medias de nylon y el maquillaje. Te sacaste el disfraz ¿y ahora qué? Ahora que no tenés más puesto, ¿qué te define? Ahora, que no hay ojos más que los tuyos que te observen - y los de algún fantasma desorientado buscando volver a la realidad que le han quitado sin consenso- ahora que sólo vos desanudada de máscaras confrontas la realidad interna y la externa y ya no hay más luces de neón ni bolas de cristal cegando tu respiración, ahora ¿qué?
Colgás el disfraz y el antifaz en el ropero o en el armario. Te ponés tu camisón de algodón más gastado -el más suave de todos- y te inyectás un té de Inca Yuyo. Se siente bien, aún. Esperá hasta el otro día, la mañana siguiente. Después de descansar o de yacer en la cama despierta pensando cada vuelta que das de un costado y del otro mientras se escuchan los autos arrancando en la esquina, o los gritos de los pendejos borrachos, o la lluvia o los pájaros de la noche, escuchando la inquietud, aquella que te tiene vedado el descanso, tu derecho a la desconexión - aunque más no sea por unas horas- de la mátrix. Despúés de que se haya pasado el tiempo de estar acostada en la cama porque ya haya sonado el fucking despertador y la rutina que generaste te indique que debes volver a donde te has ido ayer a la misma hora, después de haber perdido el encanto de pensar que te deseaban allí en dónde te tenían y sin embargo, no te han querido tocar ni un pelo con más pasión que la que se rasca uno la axila, después del desencanto, el tiempo de espera.

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