jueves, 12 de febrero de 2009

wilderness tenderness

(en el monstruo del lago nesssssss)
esmerarse en lo simple. y qué es eso simple, pues la ocupación momentánea del presente. el ejemplo viene como anillo al dedo: pulir una escultura, conversar con el otro, ver al frente y a los costados, desde el cielo, the whole picture y el agujero de la realidad. dedicarse, como el artesano. o hacer un enchastre de desenfado, como el artista. acariciar la realidad aconteciente, como si pintásemos de libido un instante y otro instante sucesivos. como es que la ansiedad puede hacernos destrozar aquello que amamos. y qué es la ansiedad sino la sustancia del miedo tanático del desorden envasado con anticipación. el resultado, una torpeza reacción. te interrumpieron en algún momento de delicadeza, irrumpieron en tu paz. eso se repite a nivel simbólico como una constante difícil de sortear. esa es la inseguridad que moviliza y desestabiliza cada momento de tranquilidad. tenés la tendencia a dejarte arrullar por esa pacífica agua y quedarte dormida en la burbuja de neón de las vibraciones cósmicas. y eso sabés que también te hace daño porque meter la cabeza en un agujero en la tierra no te previene de ver lo que ves. esconderte pensando que nadie te ve o que alguien te está buscando, es la misma historia. cada cual sigue con su curso de vida. no le dedica la vida a otro más que a sí mismo y con el aderezo de poder compartir la dicha de la compañía. pero imprescindible no es nadie para nadie. pretender convertirse en una herramienta útil de necesidad es generar la dependencia egoísta de si. y eso no trae buenos augurios. es tan simple. por qué rodearse de gente que nos haga sufrir? por qué pretender hacer sufrir a otros, que le quieran hasta en los peores aspectos indomables del yo? nunca pensé que admitiría esta verdad, pero para que lo quieran a uno hay que hacer méritos. y acá quiero hacer una diferencia que parece sutil pero no lo es porque cambia todo el motivo de intención en juego. hacerse amable. no a imagen y semejanza de ninguna figura de plastilina. es esto: dar bien, ofrecer bien. algunas veces, la gente se guarda lo mejor para si mismo. yo creo que es necesario preservar una reserva introvertida de el bien de cada uno, por decir así, es el espacio más íntimo y más libre que puede tener un ser humano, su secreto vital, su misterio. pero en lo que supone entrar en relación con otros es lo siguiente, no quiere decir adaptarse a los cánones sociales de bien, sino los que te conocen en las buenas y en las malas y te aceptan en esa integración de verdades, te hacen sentir en confianza y bienestar. se puede compartir el espacio con el otro. y esos estímulos son apreciados de algun valor que une a los grupos humanos desde los más cercanos hasta los más aparentemente alejados. además es contagioso. ofrecer un bien de si mismo, dar aún cuando se recibe. si estamos conectados desde lo mejor de nosotros mismos se potencia el bien estar. si la conexión es un infierno, la resultante es un daño psíquico tan profundo que tomará tiempo en repararse, tiempo que hace crecer y creer en uno mismo. puede ser devastador el mal amor. pero es el fin y el comienzo de una nueva era de conocimiento y de experiencia. la vida a simple vista parece una sola capa de realidad, pero a medida que transcurre la existencia lo esencial se va revelando sutilmente en cada detalle y nos hacemos mejores lectores y escritores de nuestra historia. se agudiza la mirada y cada microespacio puede ser un milagro con ojos nuevos, purificados. en algún momento pensé que el dolor era un gran purificador de almas. lo sigo sosteniendo. no es necesario pasar de nuevo por allí, porque lo que transitamos de veras, lo que dejamos penetrar en nuestros sentimientos profundos, no se olvida jamás. y otra vez la misma recurrencia, nos va convirtiendo en seres más templados y fuertes. viene la humildad como una pincelada de realidad que se va conformando a sí misma. como en todas las crisis, se elimina lo innecesario. y el contacto con el real de los cimientos es la vivencia de mortalidad, y la oportunidad de vivir mejor. tengo una imagen para esto. yo veo al narcicismo como una capa de material liviando, parecido a un aura, pero sin brillo, más bien impermeable y con la luz contenida hacia adentro, como si el foco estuviera siempre hacia nuestros ojos, de allí que es como una mirada falsa de nosotros mismos, una luz demasiado contenida en sí misma que ciega, que no permite el contacto con el otro, nos aisla pero nos hace creer demasiado especiales y pecamos de vanidad y orgullo, entre otras cosas que envuelve el narcicismo. luego veo que a medida que se van deshaciendo esas ilusiones, que en si siempre son falsas por eso llevan el nombre que llevan. es como una alucinación de si mismo en el centro de la escena con todos los ojos pendientes de si, lo cual como todo ojo que juzga, inhibe. ese ojo que juzga es como el superyo. es persecutoria su imagen, imaginen que terrorífico es un ojo que todo lo ve y lo pasa por esa vara de juicio. entonces un ojo y una regla que indica la perfección. luego, se deshacen ilusiones, el humo que rodea al ser se va convirtiendo en oxígeno que se oxidó con el dolor que pasó por el alma. el oxígeno es el resto de ese comportamiento químico que el dolor tiene de purificar la esencia. en el dolor psíquico, uno se rinde, se abre, se entrega a transitarlo, no le pelea más ilusiones. acepta. es casi como quedar piel y huesos, lo básico que irá a resurgir lentamente, como un invierno largo que dará su primavera próxima. uno se acerca a lo elemental de si mismo y desde allí establece algún tipo de deseo que lo motive a moverse en la vida. a veces estos inviernos son tan largos que hacen perder hasta el deseo de vivir, alguna gente no resiste semejantes desilusiones y termina con su vida sino encuentra algún motivo que lo enraíce en la vida a este mundo. el proceso de reconstrucción es un proceso arduo, pero es un proceso amoroso. vemos la realidad sin anteojos de ficción, hay un cinismo brutal muchas veces que hay que saber calmar para no perder el centro. lo que sirve se queda, lo que no sirve se va. cambiamos de piel como los reptiles. entonces qué sucede con el narcicismo en esta época, la imágen es la siguiente, como si hubiera bajado esa capa de bruma falsa y la luz sale hacia afuera, contagia, ilumina las oscuridades. en las oscuridades del alma, renace esa luz para conducirnos si es que queremos seguir viviendo por algún motivo, amamos estar vivos. los ojos de los otros que antes nos juzgaban se contagian de esa luz y dejan ser enemigos para fundirse con nosotros, es el camino de la integración. no nos importa como antes aquellas falacias que nos importaban, el miedo resulta sobre todo, lo más ridículo de todo, lo que no entendemos cómo pudimos perder tanto tiempo en ese imaginario fantasioso que nos contagia de mal. otra vez está la cuestión, no es un carnaval, es una procesión, una ceremonia y un ritual cada día.

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