jueves, 11 de octubre de 2007

soyestoy

SOY O ESTOY - CAFÉ TACUBA

el otro día hablando de las tretas
que la mente juega
es difícil de creer,
y esto que te digo
es otra de ellas:
la mente anda suelta,
no se deja de mover.
antes yo creía
en el imperio de la cabeza,
no era yo, era la cabeza
quien dictaba esa razón.
no hay razón de obedecer
si ni siquiera estoy en el cuerpo
que responde al nombre
que otra mente inventó.
otro día hablándome sin freno,
diciendo tonterías
que ocupan el espacio y el tiempo
del presente, como una tabla de surf me voy
a un lado y al otro,
por más que intento no me mantengo en él.
hoy me doy cuenta del tiempo
que he desperdiciado
pensando en lo que eres y lo que no,
en vez de sólo vivir la experiencia
de tu ser que sólo existe en mi mente,
el día de la muerte la percepción del otro cesará,
es que en realidad,
¿soy o estoy?
es un juego muy tonto del que no podemos salir,
si sabemos que nos queremos
pero no lo podemos decir.
es que en realidad,
soy o estoy,
es que en realidad,
soy o estoy.

En el transcurso de la semana, que para mi comienza los jueves, fueron decantando variadas vertientes de agua. Hoy sigue la lluviecita, pequeña y molesta. Hoy comienza la misión colectiva del mono azul: el que ve el juego, lo juega porque ve su ilusión y se anima a bucear en lo que encuentra de él de sí mismo, entonces se divierte, se ríe, se la pasa bomba de liana en liana de banana en banana, pero no se lo cree. Está bueno usar otros lenguajes para hacer la prueba de vivirlos también como otro hilo simbólico más de la compleja realidad de la que somos acto y actores. Si se dejan vivir esta energía colectiva, pues no pierden nada. Jueguensé. No más. Ni menos. Estamos también en la estación de los frutos. Disfruten. No más. Ni menos.
Pues entre las aguas que decantan hoy les dí la bienvenida con una canción que descubrí recientemente de Cafeta. Una canción que por primera vez captó mi atención luego de que tanto tiempo viví preocupada por el ser. Ser esto a aquello. Quien soy. Quien no soy. Quien sos. Quien no sos. Estuve mucho tiempo preocupada por aquello, lo cual me hacía recurrir al existencialismo innato de quien se hace demasiadas preguntas. Y demasiadas aclaro, porqué no concibo una vida que no se hace preguntas. Pero una vida que se hace demasiadas preguntas, puede resultar demasiado juiciosa. Y los demasiado desvirtúan los sentidos. Entonces pues pasamos a esta vivencia, que me la transmitían variadas personas cercanas. Esto de "Lu, tomate tu tiempo, mirá por la ventana, escuchá a los pajaritos, tomate un mate, respirá siguiendo el aire en tu cuerpo. Lu, conectate con la realidad. Aprendé a vivirla, a disfrutarla, aún en los placeres más sencillos" ¿Acaso no se trataría de eso? ¿Acaso no sería más simple la cuestión? Es que acaso no lo veía de ese modo, porque mis sentimientos estaban alborotados porque no se querían entregar, porque tenía mucho miedo, porque porque porque. Por el apego. Porque no quería soltar aquello que me hacía mal. Ahora no lo entiendo. Ahora no entiendo qué me detuvo tanto tiempo. Pero en ese momento, esa realidad resultaba implacable como la certeza. Pues lo quise creer. Y lo creí. Y me lo viví de principio a fín. Sin embargo, ya algo había comenzado a intuir. Una parte de mi, o varias, no alcanzo a distinguir con seguridad, había cambiado. Veía otras cosas. Había aprendido mientras meditaba en la caverna de Hermes, otras cosas. Había llegado a nuevas conclusiones. Había visto desde otras realidades. Y comenzaba a sembrar semillas en su pequeño jardín otoñal. Esas semillas las había seleccionado de la cosecha anterior. Una cosecha muy solitaria y dolorosa. En donde se había realizado de que algunas cosas prefería modificar, y que esas cosas habían sido producto de si misma, no de la culpa de nadie, ni del otro, ni de vos. Y no se trataba de culpas, sino de responder por aquellos actos, los que había generado, los que había compartido, los que había vivido también en solitud. Así es como se propuso en su meditación alternada que comenzaría de a poco a sembrar algunas semillas por aquí y por allá. Algunas otras semillas ya no le servirían para sembrar, porque se habían consumido, desgastado, aplacado. Ahora que había una nueva oportunidad de entregarse a una parte muy importante de lo que siempre había querido para si misma, pero que como lo tenía tan cerca no lo veía. Ahora que lo había conocido en el bien y en el mal, ahora que se había visto en cambio. Ahora que lo había revivido, podría elegir mejor. Decidir. Y bueno, me voy por las ramas de los árboles de los brotes de las semillas y de sus raíces arraigadas a esta tierra. No lo puedo evitar por ahora. Pero ya asenté que lo estaba revisando. Cuando me voy acercando al zoomum de pronto me alejo por expansión a otros cuadros. Y me pierdo. Cuando vuelvo, no sé de dónde retomar la retama. Estaba en el Ser o Estar. En los frutos de las semillas seleccionadas de la cosecha anterior. En el porqué de esa elección. Sólo pretendía acercarme a lo siguiente: lo que significó pasar de un estado a otro. Yo decía que la canción de Cafeta decantó como agua de mi vertiente aquel jueves pasado, cuando en la clase de la profesora loca de los grupos células de cambio en la facultad de Psi, me encontré con la siguiente revelación. Que no hubiese detonado estas notas si no fuera porque cuando uno conecta, pues sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. Algunas sorpresas no sorprenden tanto, otras pasan desapercibidas y otras abren mis ojos como un niño que por primera vez viene a este mundo. Como los gestos auténticos de Bjork, por ejemplo, o del niño Santi de Flor, o del viaje culinario a Japón con Marce. Confluyen pues las vertientes, luego de una semana de vivencias. Y no sé porqué se me da por dividirlo en semanas de siete días, pero el siete es un número místico, también que tiene siete letras siete esa palabra. Otra vez las ramas del árbol de la vida de la Kábalah. Siete letras siete. No sé cuántas ramas.
La profesora loca de la facultad de psicología, nos habla. Entre todas las cosas que dice y que nosotros decimos en ese espacio, pues aparece una historia. Ella cuenta acerca de una teoría de algunos investigadores, de algún libro que leyó, de alguna canción que escuchó, de alguna vivencia que vivenció. Y allí aparece un dilema de información. No sé la fuente exacta, soy un poco superficial en el approach a la información. Tomo de aquí y de allá, pocas veces profundizo en algo. Pero eso que tomo se conjuga con otras palabras de mis pensamientos y producen entonces entendimiento de algo nuevo. De algo que a mi me hace signo. Como si entonces cerrara una pregunta y abriera otra pregunta nueva, y de eso un aprendizaje nuevo se instala en mi conciencia. Esto me llamó la atención porque convocó los hilos de mi inconsciente que estaba viviendo otras cosas por entonces. La historia es así, los habitantes de estas tierras, los originarios, tenían una vivencia de la vida distinta de la de sus colonizadores, que venían de otras tierras, con otros orígenes y otras historias en su pensamiento civilizado. La persona que teoriza en cuestión, dice que filosóficamente aquellos estaban ocupados con su Ser. De esta teorización las profundas filosofías que surgieron allí. Pero nuestros originarios tenían una cabeza distinta. Tanto es así que nos cuentan que cuando los vieron llegar desde el otro océano, ellos vieron a Quetzálcoátl. O a la serpiente emplumada, como los sabios habían visto en sus poesías proféticas. Y los que venían no se veían a si mismos de esa manera, ellos se veían como fugitivos aventureros con armaduras en barcos a colonizar, a clavar la bandera de quién la tenía más grande. Claro que ellos se pensaban a si mismos como conquistadores. La palabra lo dice por si misma. El poder corría en su pensamiento y en su sangre. ¡¿Vendrían a enseñar o a conocer? Tal vez no se lo habían planteado en esos términos, y no cuesta tanto imaginarlos. Pero una diferencia de tiempos me hace difícil acceder a ese pensamiento.
Los seres originarios de aquí, pues vivían en contacto con el Estar. Así lo dice aquel teorizador. Aquí la conquista del Ser al Estar. Aquí el dilema. En nuestra sangre hemos sido concebidos con este conflicto. Podemos experimentar ambas fuerzas. O quizás propongo otra cosa. Las palabras utilizadas, las que elegimos para actuar este conflicto, pueden no encontrarse en conflicto. Pueden apuntar a lo mismo. A una experiencia demasiado privada y singular para poner en palabras. Insisto una vez más, las palabras no pueden abarcar demasiado en algunos sentimientos-cosa. Yo propongo lo siguiente, la inquietud del que se pregunta por el ser, quizás sea demasiado abastracta y corre el riesgo de desconectarse de la premisa de la que parte. Cuando se siente estar entonces se pregunta por ese ser que siente que está. Rec{orcholis! Se lo pierde! Se va lejos, lejos se va. El ser que está, puede no preguntarse nada y eso es un poco grave, porque vive sometido a la inmediatez de su experiencia y da por sentada su realidad. Eso lo duerme. Pero hay una posibilidad de conjugación de ambas palabras y eso es posible gracias a una experiencia, la del ser que siente que está y tiene sus sentidos abiertos para conectarse con lo que es en ese momento. No se siente solo, se siente invadido, o mejor dicho, sumergido en eso que vive, pero no se lo cree. Los disfruta con sus sentidos, pero sabe que él es portador de esos sentidos. Cuanto más pretendo acercarme, más me alejo.
La canción de tacuba estuvo presente en mi mp3 durante este último tiempo. Primero me llamó la atención su título. Luego me llamó la atención su letra y música. De lo que hablaba. Y luego hice la conexión de las dos cosas, del nombre y de la experiencia. Y eso me trae a este momento presente, en el que decido compartirla acá, en este espacio, desde mi cabina telefónica abierta al mundo de las palabras e imágenes. Quiero aprovechar esta oportunidad para comunicar que ese disco, del que esa canción es parte, es imperdible. Ese disco se llama Cuatro Caminos. Algunas canciones han "pegado" más que otras en esta cultura. Lo que allí encuentro es una obra que viene a mis oídos en el momento exacto. Y descubrirla de a poco está buenísimo. Hace conjunción con mi experiencia como un eco de profundidades imperceptibles. Me puedo remontar entonces a México. Dijeron por allí que cuando mamá me tenía en su panza visitó ese lugar con papá. Puedo elegir este dato, pero la experiencia se proyecta mucho más allá en mi historia. Conocí a Cafeta en mi niñez adolescencia. Hice un trabajo de los Mayas y de los Aztecas. Vi fotos de ese viaje. Luego viajé a esas tierras y se me movieron las estructuras. También estudié gnosis, que viene de aquellas tierras. Estuve en la casa de Frida entre otros lugares y en Oaxaca. Conocí a gente que nació en México, cuando viví en EEUU, que fueron amigos míos durante ese momento. Conocí a gente que estuvo exiliada en México, la conocí a Lila Downs, y me reencontré con este disco de los tacubos. Si yo quiero buscar datos en mi mente que justifiquen el significado, no tengo problema en evocarlos, pero esta experiencia se trata de mucho más que eso. Y sin aquello creo que no la hubiese podido vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

SOS INCREIBLE!l
QUE FLUIDEZ DE EXPRESION!
Y CUANTO QUE CONTAR!
GRACIAS POR COMPARTIR!