sábado, 19 de julio de 2008

¡hay que salir del agujero interior!

http://www.youtube.com/watch?v=-AoAUxORJL8

Lo admito. Lo acepto. Este blog muchas veces resulta una crónica umbilical de densidad bochornosa. No hace más que reflejar una parte enroscada de este mundo neurótico. ¿Sabían uds. que la neurosis es una enfermedad normalizada que intenta explicar porqué nos cuesta tanto el amor y el trabajo? El Dr. Sigmund, se rompió el coco tratando de entender el orígen de este virus normalizado de infelicidad humana occidental. Y así dejó un legado y alguna que otra pista. Supone una cuestión mítica del Edipo pero antes esta cuestión mítica del lenguaje humano darían algún contenido a su explicación. Porque pensamos y pensamos con palabras, y la palabras se inyectan desde muy temprano, casi desde el comienzo fétido del origen del ser humano que se desprende de la célula ancestral del útero terrenal. Enfermos de lenguaje. Lenguaje que condiciona toda la realidad. Imaginen que la realidad está infectada de palabras. Mejor dicho, si pudiéramos verla con un microscopio palabrero, veríamos todos los engarces de sentido que tiene la realidad. Si quieren llamenlá materia o energía. Atomos, electrones, en coordenadas de tiempo y de espacio, en la convención humana de aprehender lo que existe. En algún momento nos pusimos de acuerdo en qué era real y qué no lo era. Y sin embargo, a la regla la excepción. Cada uno tendrá sus vivencias de realidad singulares. Pero para hacer lazo humano partimos de una base, aquella que nos permite entendernos los unos a los otros, sabiendo también que esto muchas veces es ficción, porque la vida está plagada de malos entendidos con el otro. Y con esto también convivimos.
Y como cantó alguna vez Federico Moura, hay que salir del agujero interior. El agujero interior es una célula redonda de cristal narcisístico en donde todo remite a nosotros y nos perdemos de vista del otro. En realidad nos encerramos allí, padeciendo la mayoría de las veces de esos circuitos encerrados que hemos ido creando a lo largo de la vida. Imágenes de aquí y de allá. Definiciones de aquí y de allá. Vivencias de aquí y de allá. Identificaciones. Ah... entonces, espejito espejito, quien es la más linda, el más fuerte, el más capo, la más viva. Yo. No, yo. Yo dije que yo. Yo. Uds. no saben nada, soy yo. O en el caso opuesto, no yo, el otro yo, tuyo. Y así estamos solos, encerrados. O nos creemos lo mejor de lo mejor o nos creemos lo más podrido de la cloaca. Y así el péndulo, allá y acá, va turnándose a donde lo lleve la fuerza de su propia inercia. ¿Y qué nos salva literalmente de esta oscilación falaz? Pues el número 3. Aquel que contiene y supera la polarización. El último momento entonces es aquel que ya pasó por uno, ya pasó por dos, y ahora puede sacar de uno y de dos, aquello que es esencial. Niega la negación, resuelve la paradoja porque la cuestiona en su fundamento y con sus mismos instrumentos. Muy linda la teoría atada con alambre, pero en lo que a mi respecta me cuesta horrores literalmente salir del agujero interior. Y sin embargo, a través de este proceso, se van puliendo los cristales y las aristas. A veces pienso que la única solución sería agarrar un martillo y romper la burbuja y que esta estalle en mil pedazos y entonces se libere lo que hay allí de contenido, lo que hubo siempre de contenido. En alguna parte de mi anhelo esa destrucción creativa. Aunque de tendencias terroristas y anárquicas me conducen a la pesadilla humana de la nada misma. Y la nada, nada en los agujeros negros del universo, pero sus partículas tienen esa tendencia a la unión con otras partículas para crear algo nuevo, nacido de los mismos fundamentos de su existir indestructible.