martes, 15 de julio de 2008

tempo


Estos también nacieron durante el verano, en su esplendor y en su aquietamiento. Empecé con una serie de trabajos acerca de la visualización de los deseos. Recuerdo que me levantaba temprano, porque trabajaba de tarde noche y mientras duraba ese momento de mañana o de espera de mi compañero, descocía los parlantes de la música a todo volúmen y me ponía a hacer algo que en general no tenía definido previamente. Usando tanto acrílicos, como témperas como pasteles de cera. Era otra manera de comenzar el día y de hacer algo con todo lo que me estaba sucediendo. Recién hace poco le pude sacar fotos y subirlos acá como había prometido hacer varios meses. En el transcurso de todo ese movimiento entonces descubro que tienen título, al menos el primero me hace acordar a un pájaro casi pavo real mezclado un poco con un murciélago paraguas de las manchas que hace el aceite en los charcos de agua. Otro de estos parece una sandalia que pisa el pasto, vista desde arriba, naturaleza a caminar. Y el que tiene tonos más blancos se asemeja a una mezcla entre flores y peces. Algo había escrito alrededor del mismo, describiendo lo que veía y lo hice en la parte de atrás de unos de mis collages ejercicios de deseos. No tengo las fechas exactas, lamentablemente. Una vez que terminaba el proceso, guardaba la carpeta y no lo volvía a ver por mucho tiempo. Ahora me tocó rescatarlos. Los acompañé por el último que hice, ya casi por descarte, se transformó en un ojo enroscado sobre sí mismo. Algún nudo que estoy trabajando actualmente. La luz del flash y de la lámpara del costado me jugó un efecto de rebote porque el agua todavía no se había terminado de secar. Los subo a destiempo. Es casi una constante de este espacio que las cosas sean puestas de manifiesto a destiempo, casi siempre haciendo un recorrido del pasado, de algo que ya hice, que ya fue y que recuerdo. Es la nostalgia de la que hablo casi siempre. Sigue siendo nostalgia aunque la acompañe con la música brasileira para no hacerla más densa, sino más liviana. También como dije antes, la saudade tan particularmente brasileira. Que no es como la manía argentina del partido del fútbol o de los actos políticos, ni como la melancolía desgarradora del tango.

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