lunes, 16 de marzo de 2009

cogito interruptus

¿qué carajo es este aquietamiento estelar que me tiene los nervios de punta en rojo y negro anarquista?


¿qué rayos sucede en el ambiente?


¿qué veneno hace burbujas en el paladar de una bruja?


¿qué impaciencia tóxica domina los segundos que la aguja camina?


¿qué es ese cansancio a medio despabilar que no termina de abrir los ojos?


¿qué esconde esa queja, esa cara de ojete, esas ojeras mal llevadas?


Sencillamente, es la inquietud de la que les hablaba hace algunas semanas. Esa cuestión de la espera eterna del futuro instante, que no termina de llegar a verse plasmado, ya concluido se le agrega alguna otra excusa de espera. Son instantes contados con los dedos de una sola mano y sin embargo parecen infinitos, interminables. En este estado no se puede apreciar nada bueno. Siempre lo bueno está por llegar, y cuando llega se olvida que se estaba esperando ese instante para disfrutarlo con todos los sentidos. O si no son las esperas son las interrupciones. Es el malestar habitual. O es habituarse al malestar.


esa piedra constante en el zapato de la existencia. esa carga gratuita de nosequé molestia. la espera del plus que esperamos nos garantice otro que nosotros. la fucking dependencia. el alegato al vacío del abismo de la soledad real. y bueno, ansiedad, ansiógenas ansias, ansiedad ansiosa. que es anticipación. es no querer atravesar el momento. es estar desincronizado con los acontecimientos. es desarmonía. el lucha constante. y errores y accidentes y descuidos y y y y


es no estar lleno de si. es ni siquiera darse el tiempo para empezar a llenarse, es la impaciencia de la era tecnocrática. es altísima dosis de intolerancia a la frustración, incapacidad de esperar, inhabilidad de adaptarse a las circunstancias inmediatas. como si un olvidara la gratificación que viene luego de una larga espera, luego de la posibilidad de abstenerse de lo inmediato.

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