sábado, 22 de septiembre de 2007

el espíritu levanta vuelo

Varias cosas, que cuento a destiempo. En primer lugar, hoy mismo, sábado, recién me levanté por segunda vez, estoy escuchando a Lila en la cocina, me estoy cebando unos ricos mates amargos y mis hermanas no están en casa. Sé que no me puedo tomar demasiado tiempo aquí porque en una hora tendría que estar en el Planetario, con el grupo de Creatividad, recibiendo la primavera, entre risas, sol, pinturas, pic nic, previo viaje en el 42. Y tengo una energía impresionante, la que me hizo bailar cuando me levanté con un poco de sueño, un sueño entrecortado que pude recordar, soñaba con mi mamá, mis hermanas, mis amigas, mucha muchacha. Me levanté con el ruido del teléfono que no llegué a atender. Y con una inquietud que me quedó de la última clase de los jueves de la facultad. Tendría que repensar el tema de la implicación y escribir un lindo trabajo para la semana que viene. Se ve que recién ahorita me caen algunas fichas y deciden caerme un montón, no sólo una, sino una cadena de dominó. Vengo de la casa de Lu, ayer me quedé a dormir allí luego de su cumpleaños. Fue una reunión muy linda, con varias personas. Casi todos del ámbito Psi, que estaban preparando el ingreso a la Residencia. Nos reímos mucho, y tomé mucho fernet y comí muchas delicias hechas por la madre de Lu. Ella hoy se tenía que ir a un curso de acompañamiento terapéutico con otra amiga, y yo me vine para casa y continué mi sueño, porque nos acostamos realmente tarde y nos levantamos realmente temprano para un sábado y para mis horarios descuajeringados de últimamente.
Eso en lo respecta a hoy, y también me espera el recital de Café Tacuba, previa parada en lo de otra amiga, Dani. Nos vamos las cuatro mosqueteras Dani, Ceci, Pau, y yo, como solíamos irnos de aventura por entonces. Y es un día precioso para estar al "aire libre".
Luego antes fue la clase de los jueves, la devolución de los trabajos que habíamos entregado previamente y una pregunta que me quedó inconclusa. Yo le agregué una canción de esta mexicana que adoro, pero no supe explicar el porqué. Ahí debió haber estado mi implicación. Y yo no sabía de qué se trataba. Allí debía haber estado yo, pero no suelo participar mucho en clase, aunque algo debería reveer de esta timidez absurda, que como dicen por ahí, esconde un profundo orgullo. Porque me muero de ganas de hablar, pero no lo hago. No me hago el lugar, no tomo la palabra. Transito ese espacio como una anónima espectadora. Y esa no es la idea. Al menos no si no es genuina, porque como he dicho antes, me muero por hablar, pero no lo hago.
Estoy pero no estoy. No estoy plantada en mis propios pies ni en mi propia voz. Entonces hicieron un comentario, muy verdadero, acerca de gastar la vida. ¿Cuántos lugares transitamos y no dejamos nada de nosotros en ellos? Nos limitamos a lo de siempre, a seguir lo que todo el mundo hace, y lo que suponemos que queda bien, o aceptado socialmente, o sencillamente nos limitamos a seguir la costumbre de lo que siempre hemos hecho.
Luego de la clase de los jueves, me fui a otra clase de los jueves, la del taller de creatividad. Aunque siempre llego tarde, porque los horarios no me dan, la disfruto mucho, me conecto con la alegría, con el juego, con la improvisación, con la espontaneidad. Es un alimento para el alma. Ese día hicimos unos trajes con papel de diario y luego hicimos nuestro bien merecido pic nic de la primavera adelantado. Con vino tinto incluído! Yo sigo tomando, total, es uno de los placeres de la vida que no he de privarme de experimentar a menudo. Luego de allí nos fuimos a un bar con algunas de las chicas y también la pasamos muy bien, esta vez con cerveza, pero yo no soy muy adepta a la cerveza. Demasiado amarga para mi gusto. Prefiero el vino, de la más noble esencia de una fruta que de un cereal. Igual la charla entre mujeres es inigualable, sobre todo si las mujeres están pasando por momentos diferentes y por momentos similares a la vez. Allí Marce, me prestó una revista que leí a la mañana del día anterior. Y con quien me encontré, (además de con un artículo de los sueños) me reencontré con Claudio Naranjo, un chileno que está en el tema del eneagrama, otro tema interesantísimo, que había dejado atrás y que ahora retorna. Como el retorno de lo reprimido, o como el encuentro con uno mismo. Este chileno vital, tiene muchos seguidores. Resulta que él se inició con otra persona, en el desierto de Chile, que le transfirió estos conocimientos. Estos conocimientos tienen origen desconocido de autor, pero lo manifestó Gurdief desde oriente en occidente viejo. Luego vinieron a Occidente nuevo. Y también allí en esa revista estaba pues Eugenio Carutti, el astrólogo que astrologizó a mi viejo en su momento. El comentaba acerca de otro filósofo reconocido, un tal Hegel. Que entre muchas cosas que escribió, escribió sobre el Espíritu que se va alojando en diferentes lugares del planeta según la hisotoria. Se ve que ahora nos toca a nosotros, a América, como nos pusieron los colonizadores. Pero en nuestro continente está la esperanza del futuro. Y eso ha de saberse pronto. Otra cosa que no quiero dejar de escribir es que Naranjo, había escrito algo acerca del deber de los maestros de hoy en día. Que no se limitan a una mera transmisión de contenidos formales, sino a formar seres para transformar a esta humanidad en decadencia. (he aquí una vieja ilusión que resurge y que yo dejo ir, con la certidumbre de que estoy haciendo lo correcto).

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