sábado, 3 de noviembre de 2007

capricci

En este momento me gustaría poder pintar, para descargar un poco esta energía que me sobrepasa y no se aquieta aunque sean casi las cuatro y media de la madrugada. Pero estoy en un lugar que no es mi casa, si bien la fue durante algunos años, hace poco tiempo. Me siento molesta, incómoda, irascible. Necesito poder crear desde este lugar, crear algo distinto que transforme esta sensación en una obra propia, y no sólo en una descripción de acontecimientos que me enredan y no me permiten sublimar, disfrazar lo que molesta de plumas y carbón, por escribir algo. En este momento no hay om ni zen que sirvan, not even grass. Just me, the music, and the teclado & pantalla. Me siento frustrada. Eso por poner expectativas dónde no se ponen. Es decir, sería mucho más fácil vivir sin expectativas respecto a nada ni nadie. Esto no quiere decir no tener esperanzas ni saber esperar. Significa esperar determinadas cosas pautadas por mi imaginación. Y claro, hecha la imaginería hecha la trampa-expectativa. No tener expectativas, ser libre. Y libre no soy, pues me condeno cuando pienso en lo que espero. Y me enojo cuando eso que espero no llega. Y me impotencio. Como Don Fulgencio. Don Fulgencio es un personaje rabioso, chiquitín y verdoso. Se encabrona por todo y por nada. Al toque le salta el fusible, pero en el enojo se le cortó la luz. Es corto y molesto. Salta de riña en riña. Se pelea consigo mismo y con todos porque no se hace su espacio. Don Fulgencio no se acostumbra a que su espacio es limitado. El como es pequeño y eso le da rabia, tiene que chillar para engranderse. Pero no le sirve la explosión, porque en vez de ser bienvenido, lo echan de todos lados. Hasta yo tengo la tentación de echarlo en este momento. Pero ya que le di espacio para que naciera en este espacio, pido clemencia. Aquí viene Clementina. Ella es experta en la clemencia. Sabe entender a Don Fulgencio, y sabe ponerle sus límites. No lo deja gozar demasiado, esto quiere decir, no le permite demasiada expresión a su impotencia de chisporroteo. Le dice, "Bueno, Fulgencio, tranquilo Fulgencio. Ya pasó. Ahora callate y tranquilizate". Tampoco le da reproches pues sabe que esos reproches le alimentan la impotencia a Don Fulgencio. Si Fulgencio está hasta las manos empantanado, mejor que no le sigan hundiendo la cabeza en el pantano. Mejor que le digan que puede salir de aquel pantano, por motus propio. Y claro, Clementina no va a hacer el trabajo que le corresponde a Don Fulgencio. Clementina sabe que no puede cargar con mochilas de otros. A cada uno la suya. Esto tampoco quiere decir pegarle un mochilazo de indiferencia, sino plantear fronteras de responsabilidad. Y acompañar. Y apoyar desde el entendimiento, que no es lo mismo que confundir cruces que provocan roces de los que no caben en un mismo espacio.
Es aquí entonces una solución posible creada desde la imaginación. Si mi impotencia Fulgencio tiene un alter ego que le regula el malestar desde la clemencia Clementina, y si estos personajes proyectados son partes de mi ser, no necesito ninguna compañía que me emparche la falta. Ahora sé que la falta me la emparcho a mi misma, con un poco de imaginación. Y eso me trae alivio. Y libertad interna. Ahora esto fue creado a través de la experiencia con un ser que quise mucho. El me enseñó muchas cosas. Esto quiere decir, estas "cosas" estaban en mi, pero necesité de otro ser que me "ayudara" a verlas. ¿Cómo no sentir agradecimiento eterno hacia él y humildad? Cómo no reconocerme también como capaz de ver aquello que me mostraron capaz sin intención de que lo viera. Ese crédito es para mi, su crédito será para él. Así también se hace la paz que resulta de la justicia. Así a solas, en la intimidad, en el diálogo con uno mismo. Así también nos conocemos a nosotros mismos. Y reconocemos al otro. Mencionarlo a él seguirá estando presente por algún tiempo, hasta que lo internalice totalmente y me crea a mi misma sin depender de las definiciones de esa persona que fue tan importante para mi. Pero a la vez esta enseñanza de a dos, se realiza en diferentes planos y en diferentes relaciones. En este momento podría mencionar algunas personas con quien lo practicamos, cuando los vínculos se tornan profundos. Diferentes vínculos, diferentes personas. No son relaciones asimétricas como alguna vez me la quise creer. Son relaciones de pares. No es acertado hacerse el maestro de nadie, ni creerse el discípulo de nadie. Eso se da. Se siente. Y es recíproco. No es calculable ni controlable, no se "devuelve" lo mismo ni a la misma persona. Es un cadena, como aquella cadena de favores de la película. Cuando uno siente que le dan amor, pues da amor. De la calidad que es su capacidad, y aquí no hay reglas, ni fórmulas, ni mediciones. Da amor de diferentes maneras, a diferentes personas. De algún modo se siente impulsado para hacerlo desde el amor que le dan. Y el amor fluye emana de una fuente inagotable, que es el mismo amor en potencia.
Todo muy lindo por aquí, pero esto es difícil de sostener. Por ejemplo, me doy cuenta de que yo hablo del amor como algo abstracto, pero hace unos minutos la saqué carpiendo a mi querida hermanita. ¡dónde estaba el amor allí? Ser conciente, ser despierto, ser amable, amoroso, amante y amado no se transmite sólo con palabras. Las palabras acompañan. Los actos son los que hablan por si solos, más que un millón de palabras. Eso es al final lo que queda de lo que somos, lo que hacemos, lo que actuamos en la realidad. Y eso es a cada instante. Puede haber menos momentos de dormidez estúpida entre acto y acto de conciencia. Hasta llegar a la coherencia casi total, porque no somos seres perfectos. Hasta la mátrix tiene lugar para el error. No es así?
Yo comencé chachareando acerca de las expectativas, de no tenerlas para evitar la frustración. El amor no tiene expectativas. Cómo me cuesta entender esto! No se dan una idea. Es más bien una apuesta de corazonada. No se procesa con los sesos. Lo que si sucede es que se aprende. Dar allí donde no hay interés de recibir es una pérdida de tiempo y de energías. Esto debería saberlo de memoria, pero nunca pude aprenderme las cosas de memoria. Esto no quiere decir tampoco quitar lo que se ha dado. Ni medirlo para la próxima dádiva. Me estoy enredando solita. Sino entender también lo que necesito yo del otro. Qué respuesta! Tal vez esté tan equivocada...Tal vez sea Fulgencio que apareció de nuevo. Tal vez sea momento de convocar a Clementina.
Nadie me prometió nada, es que yo quise creer allí donde no veía. Y hoy llego a la misma conclusión. Ahora estoy esperando el momento de conciliación. Un poco impaciente, y molestada por Fulgencio, pero atemperada por Clementina. Sé que fue sólo un capricho. Un capricho de Lulú. Pero Lulú necesita crecer. Y creer en si misma. Lulú necesita dejarse de barriletear, de aletear en el vacío de sus caprichosos enriedos. Lulú, no esperes más. Lulú, dejalo ir con tu corazón que es un poco más lento que tu cerebro. Tu cerebro lo sabe, lo vio, lo entiende parcialmente. Pero no dejó de expectar. Para que se produzca el pase de magia, lo entenderás con tus sentimientos también. Y una vez más te dejarás ser en libertad. Y lo dejarás ser también en libertad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lulú necesita crecer y creer en si misma. Lulú necesita dejarse de barriletear, de aletear en el vacío de sus caprichosos enriedos. Lulú, no esperes más. Lulú, dejalo ir DE TU CORAZON (no CON tu corazón)que es un poco más lento que tu cerebro. Tu cerebro lo sabe, lo vio, lo entiende; ya lo entenderás con tus sentimientos también, y una vez más te dejarás SER EN LIBERTAD.

Anónimo dijo...

Lulú necesita crecer y creer en si misma. Lulú necesita dejarse de barriletear, de aletear en el vacío de sus caprichosos enriedos. Lulú, no esperes más. Lulú, dejalo ir DE TU CORAZON (no CON tu corazón)que es un poco más lento que tu cerebro. Tu cerebro lo sabe, lo vio, lo entiende; ya lo entenderás con tus sentimientos también, y una vez más te dejarás SER EN LIBERTAD.